Según cuenta la leyenda, los restos de Santiago el Mayor, el primer apóstol mártir, se encuentran sepultados en la Península Ibérica. Allí, en el bosque Libredón hay un cementerio que data de la época romana y que fue descubierto en el año 813 por un ermitaño y el obispo de Iria Flavia (hoy Pradón), Teodomiro. Así, la creencia de que allí está enterrado este apóstol recorrió el mundo y ya en 814 Compostela se convirtió en el lugar elegido por los peregrinos que llegaban de todas partes de Europa para conocer el Campus Stellae, luego conocido como Compostela.
Según explican desde el sitio oficial del Camino de Santiago, “concientes de la importancia que suponía tener una reliquia como los restos de Santiago el Mayor para sus intereses militares- necesitaban guerreros y dinero en su lucha contra los moros-, las monarquías españolas colaboraron activamente en el éxito del camino santo”.
Gracias a este impulso y a la difusión de los supuestos milagros de Santiago, la gente no dudó en acercarse hasta este punto en el mapa que, decían, cumplía ciertos pedidos a cambio de una visita a su sepulcro.
Una centuria más tarde, en el siglo X, Santiago de Compostela, junto a otros centros de peregrinaje como Roma y Jerusalén, se convirtió en el lugar de visita obligado por todo devoto religioso que se preciara de tal. Y para facilitar el acceso, los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León mandaron a construir puentes, reparar los caminos y edificar hospitales.
Si bien el concurrido sitio sufrió algunos siglos de olvido y decadencia, debido a las convulsiones sociales que había por esos años en Europa, hoy es muy visitado por los fieles que llegan hasta allí a cumplir su penitencia.
Todos los caminos llevan a Santiago
No hay una única forma de arribar y, entre ellas, se encuentra el camino francés durante el cual, además de recorrer diferentes puntos geográficos tanto españoles como franceses, los peregrinos pueden apreciar a La Virgen del Camino, donde se le puede rendir culto a esta santa.
Este camino parte desde Roncesvalles (León) y es una ruta de 750 kilómetros que une Europa con el norte de España (Aragón, Navarra, Rioja, Castilla y Galicia). En tanto, en tierra española también hay varios caminos como el de Galicia, de 143 kilómetros de extensión, que tiene su origen en Verín (Orense) y pasa, entre otros sitios, por Orense y Silleda (Pontevedra). Otra de las posibilidades para acceder a Santiago de Compostela es partir de La Guardia, Goián y Tuy (Pontevedra), desde donde se recorren entre 95 y 132 kilómetros, según el punto de origen, durante los que el trayecto lleva al peregrino a pasar por Vigo (Pontevedra) y Padrón (La Coruña), entre otros. Más corta, pero igual de pintoresca es la ruta de la Ría de Arosa, con origen en Aguiño (La Coruña) y El Grove.
Otros de los trayectos son: el camino de los Ingleses (desde Ferrol y La Coruña), a Finisterre (que parte de Santiago de Compostela y tiene a Mugía como punto final), Aragonés (con origen en Puerto de Somport), los Caminos de Santiago del Norte (desde Irán), de Santiago Primitivo (de Oviedo a Palas de Rey), de Santiago Real (desde León hasta Oviedo), Vasco del Interior (de Irún a Burgos), del Besaya (con origen en Santander y destino en Carrión de los Condes), Vadiniense (desde San Vicente de la Barquera hasta Mansilla de las Mulas), Caminos de Santiago de la Vía de la Plata (con origen en Sevilla y punto de llegada en Astorga), Sanabrés (de Granja de Moreruela a Verín u Orense), desde Badajoz (que llega hasta Mérida), desde Huelva por la Sierra (cuyo destino es Zafra), desde Huelva por las Marismas (con punto final en Sevilla), desde Algeciras (de Cádiz a Sevilla), desde Antequera (hasta Sevilla), Caminos de Santiago del Ebro (de Tortosa a Logroño), de Tervel (de Castellón de la Plana a Zaragoza), del Maestrazgo (desde Castellón de la Plana hasta Pina de Ebro), de Castilla, de la Lana (de Valencia a Burgos), de Soria (de Gallur a Santo Domingo de Silos), de Madrid (hasta Sahagún), Alcarreños (de Guadalajara a Manzanares o Riofrío del Llano), de Santiago Catalanes, ruta del Ebro (de Barcelona a Pina de Ebro), ruta por Huesca (de Cervera a Santa Cruz de la Serós), de Gerona (de La Junquera a Monasterio de Montserrat), desde Puigcerdá (hasta Lérida), desde Viella (hasta Barbastro), desde Tarragona (hasta Lérida), del Levante, Camino de Santiago Levantino desde Alicante), desde Valencia (hasta Zamora), desde Cartagena (a Albacete), de las rutas de los Mozárabes (de Granada a Mérida), Mozárabe por Toledo (de Córdoba y Alcaudete a Toledo), desde Málaga (hasta Baena) y desde Almería (con Granada como punto de llegada).
Certificado santo
Además de las ciudades, los puntos de partida o de llegada, esta tradición tiene otros componentes. Así, quienes recorren el Camino de Santiago suelen hacerlo con una vieira como símbolo. De esta manera los antiguos peregrinos demostraban, ya de regreso a sus países de origen, que habían estado en Compostela, ya que la vieira es típica de la costa del mar de Galicia.
Más allá de este aspecto por demás pintoresco, un recorrido de tantos kilómetros ofrece, por supuesto, albergues y comodidades varias para que los visitantes puedan transitar sin problemas su camino religioso. Albergues públicos y privados se suceden a lo largo del trayecto, en los que los visitantes hacen sellar un folleto especialmente diseñado para este fin que oficia como acreditación de peregrino.
Cual niño que finaliza con éxito su año escolar, una vez concluido todo el periplo, el visitante regresa a su hogar con la Compostela en su valija. Esto es un certificado que otorgan las autoridades eclesiásticas a quienes recorrieron, al menos, 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta o a caballo (dato que surge, justamente, del folleto sellado en los albergues).
Cuentan en el lugar que la Compostela permitía reducir a la mitad el tiempo que el alma estaría en el purgatorio. Tal vez por ese motivo condenados, pordioseros, vagabundos, prófugos y bandidos, además de otras personas de fe, recorrieron cientos de kilómetros hasta el sepulcro de Santiago el Mayor. Por supuesto, también estaban- y siguen estando- quienes llegaban esperanzados en encontrar el milagro que precisaban para resolver, por ejemplo, su problema de salud o alguna situación de difícil solución, además de quienes alguna vez transitaron por esos caminos obligados por alguna autoridad eclesiástica o jueces civiles, quienes imponían la peregrinación como castigo.
Así, de a poco, el número de visitantes fue creciendo hasta que encontró su pico en 1122, cuando el Papa Calixto II instauró el Jubileo y posibilitó que todos aquellos devotos que peregrinaran en Año Santo (cuando la festividad del Apóstol del 25 julio coincidiera con un domingo) se vieran liberados de casi todos sus pecados.
Con un camino absolutamente señalizado con flechas amarillas a lo largo de toda la ruta, desde los Pirineos hasta Santiago, a mediados del siglo pasado el trayecto recobró una vez más su fuerza perdida y los peregrinos regresaron a él. De todos modos, en 1993, Año Santo (Xacobeo), llegó una nueva explosión que llevó a la UNESCO a declarar al Camino de Santiago como patrimonio cultural de la humanidad.
Paisaje del medioevo
Quienes recorrieron los senderos que llevan a Santiago de Compostela saben de la belleza de sus castillos enclavados en elevadas colinas y que son símbolo de la Edad Media española. Alrededor de ellos se levantaron pueblos enteros donde no tardaron en aparecer los molinos, las herrerías y los pequeños mercados. El castillo de Javier en Navarra, el del Temple en Ponferrada y el de Villafranca del Bierzo en León son, tal vez, los más conocidos.
Y si de magnánimas construcciones hablamos, no podemos dejar de lado a la mismísima Catedral de Compostela, punto final de todo el trayecto. Allí, una vez cumplida la misión espiritual, los peregrinos pueden disfrutar del arte sacro que invade este lugar. La Puerta Santa, que se abre sólo en Año Santo, se encuentra en la parte opuesta a la plaza de Obradoiro y tiene elementos de lo que fue el Coro Pétreo del Maestro Mateo. Por supuesto, también está la tumba del apóstol, donde se encuentran los restos de Santiago y sus discípulos Teodoro y Anastasio, a los que se le suman el Pórtico de la Gloria que, según indican, es la mayor joya arquitectónica y escultural de allí, el Botafumeiro (un incensario de latón plateado), la Berenguela, el Santiago ecuestre y el Altar Mayor.
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Más información: www.caminosantiago.com y www.caminosantiago.org |
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