La vida en ciudades con temperaturas extremas puede ser muy dura y con detalles de la vida cotidiana muy curiosos para aquellos que viven en zonas templadas.
La localidad rural de Oymyakon, ubicada en la Siberia rusa, en la rivera del río Indigirka, recibe a sus visitantes con un cartel que dice: "Bienvenidos al polo del frío". A más de siete mil kilómetros de Moscú, en la república de Yakutia, sus más de 500 habitantes son verdaderos héroes que en los largos inviernos se enfrentan a temperaturas que superan los 60° grados bajo cero, en la región habitada más fría de la tierra.
El pueblo fue fundado entre 1920 y 1930 por un grupo de pastores de renos y el gobierno soviético hizo un asentamiento permanente en la zona para tener población en los lugares más recónditos de la U.R.S.S.
La ciudad tiene una fuente termal en las inmediaciones, a quien le debe el nombre, ya que Oymyakon significa “agua que no se congela”.
En febrero de este año, la ciudad marcó un récord en el mundo cuando sintió -71,2°C, la temperatura más baja jamás registrada en una ciudad habitada. Al menos durante 15 días cada invierno, los habitantes de Oymyakon deben enfrentarse a estas crudas temperaturas a las que no expone ningún otro ser humano sobre la faz de la tierra.
Oymyakon está a 750 metros sobre el nivel del mar y su ubicación tan al norte hace que en el invierno sólo tenga 3 horas de luz y más de 21 en verano. Las temperaturas son soportables porque la ciudad está en un valle rodeado de montañas que frenan el viento.
Las temperaturas extremas posibilitan que el suelo esté permanentemente congelado y - debido a esto- es imposible cultivar o cosechar cualquier tipo de vegetales o cereales. Durante el invierno, cuando la ciudad está virtualmente aislada por el hielo y la nieve, los habitantes de Oymyakon se alimentan casi totalmente de carne caballo y reno.
Otra de las peculiaridades heladas de esta zona es que la leche se entrega en estado sólido, al igual que el agua, y cada familia tiene la tarea de descongelarlas. Para poner postes o cavar una tumba, se deben poner brasas en la tierra para ablandarla y dedicarse a la tarea por unos dos o tres días.
Algunas familias tallas las tumbas de sus seres queridos en el hielo durante el invierno y es común que -si permanecen mucho tiempo afuera- se congelen las cejas y las pestañas.
Todas las actividades se suspenden si el termómetro alcanza los 52° grados bajo cero y - por miedo a no poder arrancarlos de nuevo por la pérdida de fuerza en la batería- las personas dejan sus autos encendidos todo el día.
Como este poblado sigue siendo muy rústico, las casas se calefaccionan con carbón o madera, según el momento del año, y si en algún momento se acabara la energía, en sólo unas horas los caños y todos los sistemas de las casas se arruinarían.
A pesar de sus violentos inviernos, en verano las temperaturas superan los 30 °C.
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