Por Marcos Larre
Ilhabela -en español "Isla Bella"-, situada en la costa norte del estado de São Paulo, en la micro-región de Caraguatatuba, es el nombre de una isla y el único municipio-archipiélago brasileño oceánico.
Este destino elegido por miles de turistas al año, está compuesto por las islas de Sao Sebastiao, Búzios, Vitória, Cabras, Serraira, Castelhanos, Lagoa, Figueira y de las Enchovas, siendo la primera su centro administrativo. Posee 41 bellísimas playas, más de 300 cascadas y mucho viento por causa del canal cercado de montañas. Fueron estas características, sumado a sus aguas calmas las que dieron a Ilhabela el título de "Capital da Vela".
Descubierta en 1502 por Américo Vespucio, la isla ha servido de puesto de avanzada contra flotas de guerra extranjeras, piratas, trata de esclavos y contrabandistas. En la actualidad, la mayor parte de la isla es un parque nacional con categoría de reserva donde se preservan bosques lluviosos, costones rocosos y playas vírgenes, algunas de mar abierto con muchas olas para la práctica del surf, y otras más reparadas donde se puede hacer snorkel o buceo en los navíos naufragados hace más de cien años. El otro lado de la Isla, ubicado frente al continente en la costa atlántica, es urbanizado, con un centro pintoresco que posee construcciones de estilo colonial, siendo "Rua do Meio" el punto de encuentro, con gran variedad de restaurantes y bares tanto rústicos como sofisticados.
La principal atracción de esta "Isla bella" son sus playas, comúnmente rodeadas por espesos bosques de Mata Atlántica. La más extensa es la Playa Bonete, paraíso para los surfistas por sus descomunales olas y sumado a esto, la desembocadura de un arroyo en uno de sus extremos. De menor longitud, pero no por eso menos atractiva es la playa de Jabaquara, de 500 metros de largo, que posee un único acceso por camino de tierra. A su vez, la isla cuenta con algunas playas de poco más de 50 metros de longitud, como Portinho, Pacuiba o Playa de Viana, que son ideales para las familias; playa Curral, a la que concurren los más jóvenes; además, otras playas muy frecuentadas por su belleza tanto por parejas como por grupos de amigos son Perequé y Saco da Capela.
Sin duda una de las excusiones más atractivas de realizar es la que recorre la isla en jeep partiendo del Oeste para llegar al otro extremo, donde se encuentra la espectacular Playa de Castelhanos, que ofrece el lado más salvaje de Ilhabela. La misma conserva todo el sabor de una auténtica playa virgen, salpicada de arrecifes rocosos, con una impactante cascada atravesada por arroyos que bajan de la selva y sobrevolada por decenas de especies de aves tropicales.
Por otra parte, la "Semana de Vela de Ilhabela" es el evento náutico más importante del lugar y promueve la llegada de cientos de practicantes de este deporte. La prefectura de la isla ofrece una escuela de vela municipal denominada "Projeto Navegar", ideal para todos aquellos los que quieran iniciarse en la navegación.
La única manera de acceder a la isla en vehículo es por medio de la carretera "Doutor Manuel Hipólito Rego" (SP-055), para luego cruzar el canal que conecta Sao Sebastiao con Ilhabela mediante los barcos transbordadores que pueden llevar hasta 70 vehículos y también personas a pie -las cuales no necesitan pagar para subir- y tardan sólo 15 minutos para navegar a través de los 2,4 kilómetros que separan las dos estaciones.
Una vez en la isla, la principal carretera es la SP-131, que la atraviesa a lo largo de la cara oeste y cubren la mitad del camino en las caras norte y sur. Este trayecto es realizado por un único Bus, lo que hace muy cómodo y accesible el recorrido por Ilhabela a los turistas que no poseen vehículo.
El turismo mueve la economía de la isla, cuya población llega a multiplicarse hasta cinco veces en los meses de diciembre, enero y febrero. Los hoteles y posadas son muchos y con una atención cálida y amable por parte de sus dueños y unos desayunos de completa variedad. Cada año es mayor el número de turistas. Ilhabela es conocida por sus caminos, playas y cascadas, aunque también por sus borrachudos, de la familia conocida como "moscas negras", una especie de insectos simúlidos, cuyas hembras hematófagas propinan dolorosas picaduras.
Otra de las características que hacen único a este inusual destino es que goza de uno de los mejores retales de Mata Atlántica del continente americano. La "Mata" es un ecosistema único en el mundo: es el tipo de bosque genuino del litoral atlántico brasileño que alberga a miles de especies de animales -como mamíferos, pájaros y anfibios que son endémicos, al igual que la mitad de sus plantas- y más de 20 mil especies de vegetales.
Por desgracia, al estar sometida a una enorme presión por parte de la industria maderera y las grandes haciendas agropecuarias, de la superficie original de la Mata sólo queda un 7,8%. Es por este motivo que el 3% de la Mata Atlántica del estado de Sao Paulo ha sido preservado como "Parque Estadual de Ilhabela", que abarca más de 27.000 hectáreas de selva (el 85% de la isla) en las que es posible contemplar montañas que superan los 1300 metros de altura, 250 cascadas de todos los tamaños y ejemplares arbóreos de hasta 30 metros de altura acompañados por un colorido cortejo de orquídeas, bromelias y caraguatás.
Es por estas características únicas que combinan naturaleza, deporte, playa y entretenimiento que Ilhabela se convierte en un destino apropiado para todo aquel que desee disfrutar de unas vacaciones relajadas y ante la vista de un paisaje alucinante.
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