Por Verónica Luna
Un pequeño poblado en el sur de Finlandia fue el origen de una urbe que fue consolidándose con el paso del tiempo hasta convertirse en una de las más innovadoras, modernas y con fuerte raigambre en la tecnología. Fundada en 1550, el distrito era poco pretensioso, y de influencia prácticamente nula frente a otros centros comerciales del Báltico. Sus costas y sus más de 300 islas comenzaron a destacarse recién en el siglo XIX cuando el zar Alejandro I de Rusia decidió establecer allí la capital.
Las influencias sueca, europea y rusa forman una mixtura que también está en el ADN de su idiosincrasia. En las fachadas de sus construcciones la impronta de la corriente modernista fue reemplazando la decoración anterior con motivos historicistas. La belleza y funcionalidad arquitectónica reflejaba la búsqueda de una sociedad mejor que fue mutando hacia un estilo más racionalista. Pasear por las calles de la capital finlandesa descubriendo los detalles de la ornamentación es un ejercicio más que recomendable para aprender acerca del arte y la historia de Helsinki. Hay una gran variedad de edificios para visitar, entre ellos se recomiendan el Helsinguin Kaupungin Museo en el que se aprecian balcones, ventanas con forma de linterna y aleros y el Jugendsali en el que destacan los motivos florales, animales y bóvedas en los techos. El edificio de la Bolsa, el de la Aseguradora Pohjola, el ex edificio del Hotel Seurahuone, la estación central del ferrocarril, el Teatro Nacional y varios otros en el barrio Katajanokka no pueden dejar de recorrerse.
El tranvía, que es uno de los medios de transporte más destacado de Helsinki, ofrece la opción de descubrir algunas construcciones del período modernista que hizo mella en la capital finlandesa entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Si se desea incursionar de lleno en la variante artística de la ciudad, el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma no debe dejar de visitarse. El Museo al aire libre Seurasaari reúne a una serie de construcciones típicas finlandesas, casas y palacetes de los siglos XVIII a XX. En su variante nocturna, el paseo adquiere un matiz diferente, y suma la presencia de murciélagos como atractivos que suman curiosidad y tenebrosidad a la visita.
Si bien la riqueza artística de su ornamentación es atractiva, no es lo único que atrapa de Helsinki. La vida en la urbe es dinámica donde los eventos culturales son protagonistas. Las actividades al aire libre son frecuentes en sus espacios verdes. Un clásico, es el paseo de Esplanadi, donde hay tiendas y cafés. El paseo conecta con el puerto, desde donde parten embarcaciones hacia Estocolmo y Tallín. Allí también puede tomarse el bus turístico para hacer el recorrido por los principales atractivos de la ciudad. También está el mercado del puerto, sitio ideal para la compra de productos típicos. Cerca de allí merecen una visita la Plaza del Senado y la Iglesia Ortodoxa de Uspenski, la más grande de Europa occidental.
El Parque de Töölönlahti, en la Bahía de Töölo, conduce por un sendero a recorrer un paisaje de edificaciones típicas, y disfrutar de una inigualable vista de la bahía. Muchos turistas llegan hasta esa zona en búsqueda de la Iglesia de Temppeliaukio que excavada en plena roca, es una de las principales atracciones de la ciudad. Otro de los parques importantes de la ciudad es el de Kaivopuisto, que cuenta con un observatorio y un planetario.
La vida de Helsinki está conectada al mar. La ruta marítima relaciona a la principal ciudad finlandesa con varios puertos y lleva a recorrer las islas en las que se prolonga su territorio. El ferry es el vehículo por excelencia que conecta a la ciudad con varios puntos clave. Entre ellos, Suomenlinna, una fortaleza construida en el siglo XVIII a la que se llega luego de un corto trayecto de 15 minutos, y que fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1991. Este conjunto histórico es uno de los atractivos de Helsinki que más curiosidad despierta y uno de los más convocantes del país. Se realizan visitas guiadas en varios idiomas.
Entre los islotes más concurridos se encuentran Pihlajasaari, por sus playas de arena es la isla más visitada en verano, mientras que la de Vartiosaari fue históricamente un lugar de vigilancia frente a posibles ataques enemigos durante la época vikinga. Fue residencia de la burguesía y en la actualidad es una de las más recorridas por patinadores y esquiadores durante el invierno. La isla Kaunissaari es una de las más alejadas de la ciudad, pero es la que tiene mayor diversidad de flora y fauna y una gran belleza paisajística.
Los bares, discotecas y restaurantes son una muestra ineludible de la diversión y el entretenimiento nocturno. Degustar una cerveza es casi una obligación.
Como un mensaje atrapado en una botella que el mar empuja hacia la costa, Helsinki se afincó a orillas del Báltico. Desde su ubicación privilegiada espera a los buscadores de tesoros que quieren descifrar su legado. En verano sorprende con sus playas y recreación al aire libre, mientras que en invierno las opciones se multiplican en actividades como esquí, patinaje sobre hielo y paseos en trineo. El secreto ya fue revelado, las bondades de Helsinki pueden disfrutarse todo el año.
¿Alguna vez visitaste Helsinki? Contanos aquí tu experiencia.
Fotos: Visitfinland.com
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