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06 de abril de 2012
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Edificios máximos en pueblos mínimos

Francisco Salamone, "el arquitecto de las pampas", consiguió a través de sus obras que haya un horizonte en la inmensidad sin fin. Su muy particular trabajo, hoy es un gran atractivo turístico.
Edificios máximos en pueblos mínimos
Portal del Cementerio de Azul, Pcia de Buenos Aires

por Rodrigo Carretero

Si alguna vez, hacia el fin de los tiempos, la piedra decidiera hablar, sin dudas su primera palabra sería Salamone. De allí en más, hacia atrás o hacia lo desconocido, ya nada habría igual. Tal cual como sucedió en la década de 1930 en la provincia de Buenos Aires, Argentina.

A partir del trabajo del arquitecto Francisco Salamone (1897 – 1959), la horizontalidad de la pampa se quebró. Influenciado por las corrientes arquitectónicas como el racionalismo, el monumentalismo y, principalmente, el art decó, Salamone llevó a la piedra su idealismo.

Contratado por el entonces gobernador de la provincia, el conservador Manuel Fresco,Salamone se abocó a la construcción de monumentales obras haciendo hincapié en tres pilares: palacios municipales, mataderos y cementerios. En cada una de aquellos planos se representaban no solo medidas, sino también los idearios propagandísticos del gobernador: orden, trabajo y eternidad, donde la obra pública representaba un estado fuerte y presente. Cualquier semejanza con la tríada fascista de lavoro, ordine y eternidá, no es casualidad. La obra de Salamone excede las ideologías, de las que no podemos aseverar que él mismo las compartiera.

Desparramó, más que nada por el sudoeste de la pampa húmeda, construcciones que hoy son valoradas, aunque por mucho tiempo fueron olvidadas en el tiempo. Su mayor logro e imponencia se deja adivinar en lo que fue, también, su mayor crítica. Su arquitectura nada tenia que ver, que hacer, que congeniar con el entorno en que se erigió. Esta característica ha llevado a compararlo con Gaudi, no en su estilo, si no en la constante búsqueda y logro de establecer el fuera de contexto.

Una buena forma de dar comienzo al viaje por la obra de Salamone es, saliendo desde Buenos Aires, encarar la ruta nacional 5 hasta la localidad de Alberti. Aquí Salamone construyó el Palacio Municipal y una de las pocas viviendas particulares que diseñó. En la plaza Arias, se levanta el mástil, más conocido como "monumento de la pastilla”.

Siguiendo por la misma ruta, Pellegrini ostenta su Delegación Municipal. Desde allí, un desvío por caminos secundarios, conducirá hasta los pueblos de Salliquelo, Tres Lomas, Carhue, y Gauminí. Ellos le deben a Salamone gran parte de su presencia en los mapas. Allí se levantan mataderos y portales de los cementerios.

Ya cercanos a la Comarca de la Ventana, la grandilocuencia de la obra, de a poco, alcanza supunto máximo. En Torquinst, el edificio de la Municipalidad y el Cristo del Cementerio. En Saldungaray, el portal del Cementerio Municipal está considerado la máxima expresión de las obras de Salamone. Un Cristo que se intuye crucificado, pero del que solo podemos ver su rostro, vencido, entre el lamento y el sufrimiento. Abriendo el campo visual, se adivina la grandeza y la controversia de este arquitecto. Hacia la izquierda, sigue la ruta y pasa el río. A la derecha, campos sembrados. A ambos lados, la nada, en el centro, todo.

Ya regresando a Buenos Aires por ruta nacional 3, es parada obligada la ciudad de Azul. Aquí se concentra la mayor cantidad de obras. Las portadas del cementerio y del Parque Municipal, el matadero y el Cristo Redentor sobre la ruta nombrada. En cuanto al simbolismo antes dicho, se pueden distinguir y explicar. Los palacios municipales sobresalen por su monumentalidad y sus torres simbolizan la avanzada de la civilización sobre el desierto. En los cementerios, los enormes portales revindican la vuelta del cuerpo humano a la tierra. Generalmente están integrados al resto de la construcción. Los más destacados son el de Azul con su Ángel de la Muerte y el de Saldungaray.

Finalmente, los mataderos resultan funcionales en su representación arquitectónica, contradiciendo un tanto los postulares del Art Deco. Salamone combina diseño y funcionalidad en igual medida.

La obra de este arquitecto es integradora, diseñó luminarias, mástiles, y bancos de plazas que forman un todo, junto a los edificios proyectados.

En total, Francisco Salamone construyó más de 60 edificios en apenas los cuatro años de gestión de Fresco. Este tiempo le bastó para dejar una huella indeleble, eterna, que ni las aguas, en el caso de la inundación de Carhue, lograron tapar.

Más allá de los impulsos políticos, el pulso de la arquitectura sigue hoy latiendo en las obras salomónicas de Salamone.

Los pueblos donde se pueden encontrar estas obras son: Villa Alsina, Leandro N Alem, Vedia, El Dorado, Alberti, Pellegrini, Tres Lomas, Salliquelo, Carhue, Guamini, Tornquist, Coronel Pringles, Saldungaray, Laprida, Adolfo Gonzales Chavez, Loberia, Balcarce, Chillar, Azul, Rauch, Cachari, Chascomus (única obra de estilo colonial, el palacio municipal).

Para más información sobre Francisco Salamone, recomendamos visitar el sitio: salamoneba.com.ar 

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