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03 de noviembre de 2014
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Chile, más allá del sur

Donde los Andes toman coraje y se sumergen en el mar, donde miles de islas chapotean entre glaciares y los fiordos desafían la gravedad. Allá todo sueño es paisaje, allá en el sur de Chile.
Chile, más allá del sur
El sur chileno depara sorpresas a cada mirada

por Rodrigo Carretero

Antes de empezar es honesto reconocer la imposibilidad de escribir en detalle sobre tanta, tanta belleza. Son kilómetros y kilómetros, donde cada metro depara una sorpresa para la foto. El que avisa, no traiciona y esto no será más que un pantallazo, a vuelo de pájaro, de drone, sobre la inmensidad paisajística, histórica y natural del sur de Chile. Todo puede comenzar en la ciudad de Chillán, a 400 kilometros al sur de Santiago. Una vuelta por su centro de ski y sus termas, prepara el cuerpo y el espíritu para lo que recién siquiera puede imaginarse. Las distancias son enormes, pero lo que importa es el viaje y devorando asfalto se llega hasta Puerto Mont, portal de ingreso al sur. Cuatro son las regiones que conforman tan extenso territorio: Biobío, de la Araucanía, de Los Ríos y Los Lagos. Los que se destaca en este primer tramo son volcanes, araucarias milenarias y lagos transparentes, que graban en la retina humana y en la memoria digital una postal inolvidable de Chile. En esta zona se encuentran los parques nacionales Huerquehue, Villarrica y Conguillío. Algunas de las actividades que se pueden realizar, tanto aquí, como a lo largo de todo el recorrido son la práctica de kayak en los lagos, rafting en ríos, e innumerables senderos de trekking no hacen más que marcar camino al andar pausado y de pleno disfrute.

Puerto Montt

Aquí es donde se transforma, el viaje hasta recién terrestre mutará a náutico y ya nada volverá a ser igual. Por su ubicación estratégica, esta ciudad, una de las principales del país, es el punto de partida para diversas excursiones, la mayoría de ellas, a través de los infinitos canales y fiordos que el Océano Pacífico ha ido ocupando al retirarse los hielos, proceso que le llevó millones de años a la naturaleza. Hoy, ese movimiento aun continua en forma imperceptible, pero imparable.  Conviene quedarse un par de días en esta  típica ciudad portuaria que vive del cultivo del salmón  y el turismo.  Hasta aquí llegan los cruceros internacionales y también  es el punto de partida para comenzar a recorrer la Carretera Austral. Saborear las comidas de los lugares es conocer su cultura, sus raíces y aquí, los mariscos y pescados son la bendición diaria de todos los platos. Algunos de ellos, salmón ahumado, machas y locos sellados al vacío, paila marina, el “cancato” (guiso de pescado, chorizo, queso y tomate) y hasta los erizos.  Una recorrida por el centro histórico nos llevará hasta la iglesia Jesuita, la Casa del Arte Diego Rivera y el Museo Juan Pablo II, edificaciones que delatan la inmigración y colonización por parte de varios contingentes de alemanes.  Cercano a Montt, se encuentra Monteverde, el vestigio humano más antiguo del continente, donde se hallaron objetos muy bien conservados de grupos humanos que habitaron la zona unos 30 mil años atrás. Una de las excursiones más realizadas es una visita a la cercana isla de Chiloé. Ya de por sí es tanta su naturaleza e historia que implica un viaje, unas vacaciones dedicadas, para conocerla en profundidad, pero dado que el tiempo no es eterno, nos contentaremos con una breve visita. El transbordador que atraviesa el canal Chacao parte desde Pargua y arriba a Ancud, ya en tierra isleña, afloramiento sobre el mar de la cordillera de los Andes. Aquí se puede visitar el antiguo fuerte, la plaza de Armas y el Mercado Municipal, luego hacia el interior, las opciones son varias. Una de ellas es dirigirse 27 kilómetros al sur,  hasta la costa occidental, donde el Pacífico estrella sus aguas contra un lugar llamado Puñihuil. En época de verano, miles de pingüinos  se establecen para el nacimiento de sus crías. Otra de las opciones para conocer en Chiloé son sus históricas iglesias, que se caracterizan por su óptimo aprovechamiento de los recursos del medio ambiente, la interrelación con el paisaje y por materializar una cosmovisión eminentemente mestiza. La mayoría de ellas fueron construidas desde mediados del siglo XIX y si bien varían entre ellas, su núcleo común lo constituye su modelo de torre-fachada, siempre simétrica y elevada al cielo. No solo cumple su misión religiosa, sino también son referentes geográficos para ayudar en la orientación de los navegantes. 16 de las 60 iglesias que hay en la isla fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.

Torres del Paine

Quizás la joya más impactante de este cofre de tesoros increíbles que es el sur chileno sean las indescriptibles Torres del Paine, una formación rocosa que aflora entre nieves eternas. Ubicadas dentro del parque nacional homónimo, constituyen un magnifico monumento natural que es visitado por miles de turistas durante todo el año. La actividad por excelencia es el trekking y tres son los senderos más recorridos. El más famoso es a la base de las Torres , luego de ascender aproximadamente 4 horas internándose por el Valle del Río Ascencio y bosques milenarios de lenga, se accede al “Mirador Base Torres” con una impresionante vista de las 3 torres, su glaciar colgante y laguna. En segundo lugar, el Valle del Francés, en pleno corazón del Circuito, es uno de los lugares más sobrecogedores y menos visitados del Parque Nacional. Por último, el Glaciar Grey,  cuyo sendero circula por la ribera este de Lago Grey y sector oeste de Paine Grande.

Punta Arenas

Hasta que finalmente se abrió el Canal de Panamá, el estrecho de Magallanes era el único paso inter oceánico entre el Atlántico y Pacífico. Si a esta particularidad le sumamos una repentina y efímera fiebre del oro, la explicación de la imponente ciudad es muy sencilla. Entre los grupos de inmigrantes más numerosos figuraron croatas, españoles, británicos, italianos, alemanes, franceses. Esta diversidad cultural multiétnica ha dado como resultado que allá, bien al sur, es posible con una ciudad que supo de épocas de gloria que hoy tan solo permanece en el recuerdo de sus grandes edificios y construcciones. Más allá de las consabidas excursiones por la naturaleza circundante, un city tour por la ciudad de Punta Arenas es más que obligatorio. Un buen punto para comenzar es en el mirador del “Cerro de la Cruz”, desde donde se tiene una magnífica vista general de la ciudad, del Estrecho de Magallanes, y allá a lo lejos, la gran Isla de Tierra del Fuego. Luego se continúa por la Plaza de Armas rodeada de construcciones históricas y  junto al monumento a Hernando de Magallanes, el cementerio municipal de bellos jardines y mausoleos y la Avenida Costanera. Finalmente, se visita la Nao Victoria, un atractivo Barco - Museo Interactivo, que permite revivir la expedición liderada por Magallanes. Junto a ella, la réplica de la Goleta Ancud , con la cual el estado chileno tomó posesión del Estrecho de Magallanes en 1843. 

Paradojas del transitar, del derrotero sin pre anuncios, del dejarse llevar por los vientos de la aventura, lo que imaginábamos un sin fin de naturaleza, bosques, fiordos, glaciares, incontables parques nacionales, termina dentro de una ciudad. El humano se arraiga a la tierra hasta en los confines mismos del continente americano, allá en el sur, donde cordillera y océano, al final de cuentas, son una misma cosa.

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