Por Verónica Luna
La historia es protagonista en Berna. En su fisonomía se leen las huellas del pasado. Unas marcas que trascienden su arquitectura y su atmósfera cotidiana y que las fuentes que la habitan son un fiel reflejo de aquellos tiempos pretéritos que aún perviven en el presente.
La Edad Media está presente en la cotidianeidad de la capital suiza, entre otros indicios, a través de las tantas fuentes que abundan en la ciudad. Se contabilizan más de un centenar de ellas, entre las que se encuentran diseños de los más diversos.
Además de ser el punto desde el cual se producía el suministro del preciado líquido, no sólo para beber, sino también para los enseres domésticos, se constituyeron en un importante punto de reunión social. Alrededor de las fuentes públicas se congregaba gran parte de la sociedad y se producía el intercambio y circulación de información.
El material con el cual fueron construidas al principio, era la madera. Luego, a mediados del siglo XVI fueron reemplazadas por otras que reflejaban la prosperidad y la abundancia. El Renacimiento se encargó de poblarlas con esculturas de figuras alegóricas que representan a diversos íconos de la cultura local.
De simples rudimentos para la provisión de agua y punto de encuentro social, pasaron a ser obras arquitectónicas y esculturas asombrosas. La fuente más antigua de la ciudad, conocida como la Fuente de Len, está situada en el sótano de la cancillería y sólo puede ser conocida por el público en visita guiada.
El centro histórico de Berna está considerado Patrimonio de la Humanidad por recrear y conservar hasta la actualidad, la atmósfera medieval que la caracteriza. En el centro cívico se concentra casi una docena de fuentes. Una de las más llamativas por lo impactante de su diseño es la Fuente del Comedor de Niños. Una especie de duende tenebroso, un ogro aterrador, que rodeado de niños, está llevándose uno a la boca. Es un espectáculo cuyo simbolismo remite a leyendas y mitos de la antigüedad.
Entre las más antiguas se encuentran las fuentes construidas entre los siglos XIV y XV. Llaman la atención las Fuente de la Justicia y Fuente de los Zâhringen, cuya datación es de mediados del siglo XVI. También se destaca la Fuente del Gaitero, y otras que remiten a soldados y figuras mitológicas. Con el correr de los siglos, la cantidad de expendedoras de agua fue incrementándose enormemente. Existen también algunas más modernas que fueron erigidas a fines del siglo XX.
El cuidado de las fuentes es un aspecto fundamental de la ciudad. Las autoridades invierten unos 270 mil dólares al año en su mantenimiento y limpieza.
Pocas ciudades se caracterizan como Berna por la presencia tan significativa, emblemática y constante de las fuentes de agua. Su rasgo tan esencial la llevó a ser considerada “La ciudad de las fuentes”. Pero además de visitar las tantas fuentes que tiene Berna, hay otros atractivos turísticos que son imperdibles.
La Catedral cuya torre de más de 100 metros domina la urbe, y desde cuyo campanario se accede a una de las más completas vistas de la ciudad, es sin dudas uno de los puntos más interesantes de la capital helvética. También destaca la Torre del Reloj, cuya maquinaria astronómica data del siglo XVI y es una de las más admiradas del mundo. La Casa de Einstein, el Palacio Federal y el Jardín de las Rosas, son otros de los imperdibles sitios de interés de Berna.
La provisión de agua fue su función principal, luego la ornamentación le dio relevancia y su creciente número le otorgó un distintivo a la ciudad. Berna es una ciudad de rasgos medievales que, como sus fuentes, es un manantial de asombrosa naturalidad y frescura.
¿Alguna vez visitaste Berna y sus fuentes? Compartí aquí tu experiencia.
Fotos: Pixabay/www.bern.com
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