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15 de junio de 2015
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Pinta tu cueva

Alrededor del mundo, nuestros antepasados nos han legado su vida, su obra, su cotidianidad. El hombre prehistórico sabía muy bien que una imagen vale más que mil palabras.
Pinta tu cueva
En todo el mundo hay vestigios del pasado

por Rodrigo Carretero

Mudos testigos del acontecer diario, de éxitos y fracasos, de la vida en sí misma. Los muros desnudos de las cavernas habitadas por los primeros hombres fueron vestidos con imágenes que han perdurado a lo largo de los siglos. El epicentro de estos refugios, hoy verdaderos templos del arte, se da en Europa. Las más famosas, en España y Francia, pero por todo el orbe hay testimonios de la actividad humana antes de comenzar a ser historia. Es un error muy común pensar que solo se trata de obras realizadas solo en el periodo prehistórico. Este viaje puede llevar al interesado hasta fines del siglo XVI, en plena época moderna y hasta el presente mismo. El hombre plasmaba sus vivencias cotidianas, las cacerías por la supervivencia, animales y plantas, signos y figuraciones geométricas que representan pensamientos y creencias. Muchos de estos lugares fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO e incluso en algunos ya no se permite el ingreso de turistas, dado el agobiante deterioro que han sufrido las representaciones en la piedra.

Sumamente interesante  es conocer los vestigios más famosos, ubicados entre el norte de la península ibérica y el sur de Francia. Al descubrimiento de las Cuevas de Altamira, a fines del siglo XIX, le siguieron otros tantos como  Maltravieso, La Mouthe, Niaux, Font de Gaume, Lascaux, Chauvet, Cosquer, todos bastante cercanos en distancia entre ellos, por lo que en un paseo temático es posible conocerlos. Para llegar a Altamira, en la región cantábrica, la ciudad más cercana es Santander. Desde allí, se recorren pocos kilómetros hasta Santillana del Mar, donde se ubica el sistema de cuevas. No es posible visitar las pinturas, dado que desde el año 2012 se desarrolla un Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y régimen de acceso a la cueva de Altamira. Sí es por demás interesante conocer el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. Lo mismo ocurre con las pinturas de Lascaux en el sur franco. Considerada “el mayor museo del arte prehistórico”, o  la “Capilla Sixtina del Arte Rupestre” la cueva permanece cerrada al público desde 1963, pero se ha construido una réplica para las visitas turísticas, que son multitudinarias. Esta atracción es cercana a la ciudad de Montignac, lo cual facilita el acceso y la hotelería. En la representación se distinguen varias salas según la temática de sus pinturas. La más visitada, famosa y apreciada en la “Sala de los Toros” donde la presencia de enormes figuras de estos animales de aproximadamente 5 metros de largo, con detalles que hacen de las pinturas algo muy realista, es posible observar las ornamentas, orejas, pezuñas. Yendo hacia Italia, en Valcamonica, en la planicie lombarda, se halla una de las más grandes colecciones de petroglifos de los albores de la historia descubiertos hasta el día de hoy. Más de 140.000 signos y figuras, grabadas durante un período de 8.000 años (desde el Neolítico hasta tiempos de la ocupación romana), representan motivos relacionados con la agricultura, navegación, guerra, ritos. Ya en Noruega, cerca del Círculo Polar Ártico, se conservan evidencias de asentamientos humanos desde el año 4.200 a.C. hasta el 500 a.C. en formas de pinturas y grabados.

En el continente negro, donde se supone que el primer hombre dio el primer paso abundan testimonios de aquellas huellas del tiempo. Hacia el norte del continente, en El Tassili n’Ajjer, un singular paraje en el desierto del Sahara se encuentran más de 15.000 pinturas y grabados que registran entre sus representaciones de animales, los cambios climáticos, la migración de la fauna y la evolución de vida humana en esta región desde el año 6.000 a.C. hasta los primeros siglos de nuestra era. En Sudáfrica, el Drakensberg Park posee una gran concentración de pinturas rupestres, localizadas en cuevas y abrigos rocosos. Este atractivo viene a complementar los otros grandes atractivos turísticos de este país, como ser los safaris para poder ver de cerca a los “Big Five” de la fauna africana.

Sin dudas, Australia, la gran isla continente, es uno de los territorios más misteriosos del planeta y desde tiempos antiguos el hombre ha dejado muestras de la dura lucha contra el salvaje habitad. En el Parque Nacional Kakadu se preserva una excepcional reserva arqueológica que ha sido habitada de manera continua desde hace 40.000 años. Allí, las pinturas y grabados muestran la destreza y forma de vida de los cazadores-recolectores de tiempos prehistóricos hasta los aborígenes que en la actualidad siguen desarrollando el arte rupestre. Ya en el continente asiático, en la región de Huashan, en el sureste de China, se halla el mural más grande de pinturas rupestres del mundo. En una superficie de 200 por 40 metros, se ubican más de 1.800 figuras que representan guerreros con espadas, perros y aves.

Fue el paleontólogo argentino Florentino Ameghino quien sugirió que el origen de la humanidad se dio en la pampa argentina. Quizás una de las razones para sostener esta teoría fuera la famosa “Cueva de las Manos”, un sitio arqueológico y refugio de pinturas rupestres que se encuentra en lo profundo del cañadón del río Pinturas, en la Patagonia Argentina. La cueva principal está tallada por la erosión en los elevados paredones que acompañan el curso de agua. Esta posee varios aleros, y presenta en su interior pinturas rupestres realizadas durante un extenso período que va desde 9300 hasta 1300 a.C. El nombre de la cueva viene de sus famosas siluetas en positivo y en negativo de manos (se han contado 829), en ciertos casos superpuestas con una gama de colores que implican al rojo, ocre, amarillo, blanco y negro.  Para llegar, es necesario hacer parada en la localidad de Perito Moreno y desde allí recorrer los 120 kilómetros que los separan. En la misma Argentina, en la provincia de Córdoba se hallan las pinturas del Cerro Colorado. Dadas a conocer al mundo en 1905 por el escritor y periodista Leopoldo Lugones, lo más sorprendente de estas pinturas es que algunas de ellas representan al hombre moderno. Es posible adivinar entre aborígenes arrojando flechas, a hombres montando a caballo; es el español en su afán de conquista del continente americano. En Brasil, en varios de los abrigos rocosos de la Sierra de Capivara se encuentran entradas  decoradas con pinturas que representan ceremonias, ritos, mitos y escenas de la vida cotidiana. Se ha establecido la edad de estas obras en más de 12.000 años, ubicándolas en uno de los más tempranos vestigios humanos de América del Sur. En el norte del continente, en la Sierra de San Francisco en la Baja California, pueblos antiguos dejaron una de las más excepcionales muestras de pinturas rupestres en el mundo. Notablemente bien conservadas debido al clima seco y a la difícil accesibilidad al sitio, las pinturas ilustran seres humanos y especies animales, algunas de ellas de gran tamaño y con una impresionante variedad de colores y técnicas.

Desde aquellos tiempos donde la historia era la imaginación de los hombres nos ha llegado su legado, su testimonio y quizás, debamos mirar con más atención lo que han querido transmitir. En alguna pintura, algún grabado, quizás se halle la respuesta a la tan eterna pregunta: ¿De dónde venimos? 

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