Miércoles 24 de Abril de 2024

Logo
17 de abril de 2013
(611 votos)

Memorias del desierto

El norte de Chile se presenta como un espacio que deambula entre la realidad y la fantasía. Desde las ciudades costeras hasta el desierto de Atacama, historia y paisajes van tomados de la mano hacia donde indica la brújula de la aventura.
Memorias del desierto
San Pedro de Atacama, base para conocer el norte chileno

por Rodrigo Carretero

Llegarse al norte de Chile es animarse a desafiar las distancias. No es recomendable hacer base en un solo sitio, sino armar un tour de, por lo menos, una semana, como para llevarse en la piel y el espíritu el ánimo indomable de las regiones Norte Grande y Norte Chico. Ya sea Coquimbo o La Serena, cualquiera será un buen punto de partida. Allí se concentran muchas agencias de viajes que realizan viajes al norte y el alojamiento comprende desde hoteles 5 estrellas hasta hostels y campings. Con sus 56 kilómetros de playas, Coquimbo es destino elegido por quienes practican diversas actividades acuáticas. Es posible realizar desde buceo hasta deportes que tienen al viento como aliado,  windsurf, velero. La Serena, con sus playas de arenas finas y su clima caracterizado por la escasez de lluvias, es uno de los destinos preferidos por los propios chilenos y sus vecinos argentinos, ya que se encuentra a 472 kilómetros de Santiago y a 534 kilómetros de la ciudad de San Juan, Argentina. Ambas ciudades cuentan servicios de primer nivel y una refinada gastronomía basada en los frutos de mar. Cerca de allí, tierra adentro, se encuentra el l valle del Elqui, que acuna en sus laderas lugares como el poblado de Pisco Elqui, donde nace el aguardiente chileno. No hay lugar donde no posar la vista y sentirse tan pequeño en la inmensidad del norte chileno. Si hasta mirando el cielo, se descubren maravillosos telones nocturnos. En esta zona se ubican los prestigiosos observatorios astronómicos de La Campana, La Silla, Comunal Cerro Mamalluca, El Tololo, Cerro Morado y el European Southern Observatory.

Pero hay más, mucho más. Hacia el norte, la tierra árida y desolada del desierto pareciera pretender desdibujar los límites con las playas y el mar. En el llamado Norte Grande, la altura cordillerana y los valles fértiles dotan a la geografía de una belleza cautivadora. Junto a estas maravillas, la tierra esconde otras historias. Guerra, anexión, y una industria que dio mucho y se desvaneció en el tiempo en pocos años.

Las oficinas salitreras, declaradas Monumentos Nacionales, hoy son apenas ciudades fantasmas que poseen atracción histórica y mágica. Como resultado de la Guerra del Pacífico (1879 / 1883), Chile se vio dueño de un territorio de casi 180.000 kilómetros cuadrados, con una población aproximada a los 100.000 habitantes y con ricos minerales de cobre, bórax, azufre, guano en la costa, las minas de plata de Caracoles y de Huantajaya, y los únicos yacimientos de salitre natural que se conocían en el mundo. No está de más recordar esos territorios pertenecían a Perú y Bolivia, quienes aun hoy reclaman su devolución. Por aquellos años se generalizó en el mundo el uso del salitre como fertilizante y como materia base para la fabricación de explosivos, lo que provocó una gran demanda, por lo que toda la región vio nacer oficinas salitreras, que con el auge de la explotación mineral se convirtieron en grandes pueblos. La bonanza duró hasta que los alemanes crearon el salitre sintético y con ello  sellaron el certificado de defunción de todo el norte chileno. Actualmente tan solo sobreviven en actividad las oficinas de Victoria, María Elena y Pedro de Valdivia, siendo las más visitadas por el turismo, pero bien vale la pena salirse de la Panamericana y acercarse hacia el horizonte donde algunas estructuras luchan día a día por permanecer en pie. Las construcciones herrumbradas, semi destruidas son un mudo testimonio del pasado y una permanente lección para el futuro.

Sobre la costa, el ir y venir del incesante transito vehicular de las ciudades contrasta con la tranquilidad de los pueblos del área desértica. Antofagasta, Iquique y Arica concentran la mayor variedad de propuestas de alojamiento, infraestructura y servicios pensados para los viajeros de todo el mundo. A lo largo del litoral maritimo, existen muchas playas casi inexploradas y desiertas a las que se puede acceder en plan aventura. Partiendo hacia el interior, se llega a Calama, centro minero por excelencia. A escasos kilómetros se encuentra la mina a cielo abierto más grande del mundo: Chuquicamata. Es tan soberbio el trabajo realizado que la excursión resulta sorprendente aun para aquéllos no familiarizados con esta industria. El cobre, el “pan de Chile”, como lo bautizara Salvador Allende es el principal recurso económico del país. Siguiendo la ruta hacia el norte, poco a poco la arena va dejando lugar al adobe. Distante 100 kilómetros de Calama, se alza el pueblo de San Pedro de Atacama, lugar ideal como punto de partida de innumerables excursiones. Las opciones son muchas y variadas en días, recorridos, servicios y costos. Son muchos los lugares emblemáticos que no se pueden pasar por alto. San Pedro es la capital arqueológica de Chile, está rodeada de vestigios y pueblos de los habitantes originarios que se conservan intactos gracias a la sequedad del clima. Los géiseres del Taito se activan al amanecer y crean un ambiente surrealista. El Salar de Atacama es una gran extensión de capas de sal, en cuyas lagunas de colores se pueden ver flamencos. Hacia el sur, se encuentra el Parque Nacional Pan de Azúcar. Los valles de la Luna y de la Muerte muestran orgullosos sus  enormes e impresionantes dunas con angostos filos de arena.

Salvaje, rústica, indómita, maravillosa… no alcanzan las palabras para describir tanta naturaleza que no cabe en los recuerdos. Hay que ir y vivirla, no queda más 

Otras notas sobre
Desierto De Atacama - Aventura - Minas - La Serena - Atacama - Chile - Arica - Calama
Comentá esta nota en Facebook
Envianos un comentario sobre esta nota
Demuestre que no es un robot!