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19 de marzo de 2008
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El mundo a pedal

Con 34 años y una bicicleta a cuestas, el marplatense Damián Alejandro López recorre, desde junio de 2007, el territorio americano desde Alaska hasta Ushuaia (destino al que arribará en marzo de 2009) para dar a conocer la lucha de Aldeas Infantiles SOS y conseguir ayuda para la organización. Aquí, una entrevista exclusiva con este aventurero solidario.
El mundo a pedal
Damián “Jamerboi” López en pleno pedaleo desde Alaska hasta Ushuahia.

Desde Tuxla, en México, Damián Alejandro López, un doctor en Química egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina), habla con pasión sobre su aventura solidaria: unir Alaska y Ushuaia en bicicleta con el objetivo de difundir la labor de Aldeas Infantiles SOS, organización internacional dedicada a la formación de familias para niños y niñas que han perdido la protección de sus padres.

Así, con su bicicleta Maira y algunos elementos imprescindibles a cuestas, este trotamundos apodado Jamerboi decidió poner su experiencia a disposición de esta causa. Experimentado ciclista, Damián lleva ya 7 años viajando en bicicleta. Entre sus travesías a pedal se encuentran la que realizó en la Patagonia argentina, desde San Martín de los Andes hasta Ushuaia. Luego llegó el turno del sur de Chile y más tarde la Puna, donde cruzó los Andes a casi 5 mil metros de altura. Hoy se encuentra en la mitad de su recorrido- de 35 mil kilómetros- hacia el fin del mundo; trayecto que comenzó en junio de 2007 en Alaska.

En un diario mexicano declaraste que es muy fuerte pasar de la indiferencia americana al calor humano mexicano. ¿En qué notaste la diferencia?

Durante mi paso por Estados Unidos, si bien conocí personas interesantes y me abrieron las puertas en varios hogares, el común de la gente era más bien indiferente a mi paso por los caminos. Es una sociedad muy individualista, donde el espacio personal se respeta con algo de paranoia y nadie se acerca a charlar con un extraño. Viven movilizándose en sus carros de sus casas al trabajo y al shopping y no hay interacción con el vecino. ¡Ni siquiera se ve gente por las calles!

La indiferencia general llegó a ser palpable en el ambiente. Por el contrario, al cruzar a México me encontré con una realidad mucho más caótica, con miles de problemas sociales y económicos, pero el calor humano de la gente era visible a cada paso. Desde convidarte espontáneamente con un café, hablarte por el sólo hecho de saber tu historia, ofrecerte un lugar para quedarte, el contacto personal dio un giro de 180 grados respecto a lo que venía viviendo. Si bien era algo que ya conocía previamente de mis viajes anteriores, el estar tanto tiempo por Norteamérica hizo que el cambio social fuera más brusco y evidente de lo que hubiera esperado.

Damian Lopez Alaska Ushuaia en bicicleta Damian Lopez Alaska Ushuaia en bicicleta Damian Lopez Alaska Ushuaia en bicicleta

¿Cuáles son las cosas que viste que más te impresionaron, a favor y en contra, en estos años de viaje?

Si nos remontamos a los años de viajes que llevo con la bicicleta, creo que lo más impactante y que también me llevó a emprender esta odisea fue la manera que descubrí de ver el mundo y las diferentes realidades que se viven en cada lugar. Con la bici uno está obligado a parar donde el clima, el cansancio o la noche lo dicten y así se llega a lugares en los que un turista tradicional jamás se detendría. A veces es un golpe duro ver estas realidades de cerca, pero hacen que uno tenga una perspectiva diferente de las cosas y aprenda a valorar los pequeños detalles de la vida. En todas partes siempre encontré hospitalidad y generosidad, a pesar de que uno creería que eso no es posible en los tiempos en los que vivimos. Por supuesto que cada sociedad tiene su idiosincrasia y a veces no todas son rosas. En ocasiones he sido observado más bien como un extraterrestre y, por ejemplo, en este viaje he tenido algunas manifestaciones de rechazo algo agresivas por confundirme con un “gringo” o estadounidense.

De los elementos que componen tu equipaje, ¿cuál elegirías como indispensable?

Cada cosa que llevo conmigo la considero indispensable, de lo contrario no haría el esfuerzo de cargar el peso extra. Igualmente, me considero un ciclista de "peso pesado", ya que llevo muchas cosas que otros considerarían prescindibles. Me gusta darme mis lujos y por eso llevo varios implementos que probablemente ninguno de los demás ciclistas que he visto por los caminos llevaría, como mi equipo de mateo mi martillo de madera. Por otro lado, como mi primer viaje fue por las inhóspitas tierras patagónicas atravesando la Ruta 40, me acostumbré desde un comienzo a tener siempre lo necesario para cualquier eventualidad que surgiera. Muchos compañeros ocasionales del camino se vieron beneficiados por eso y agradecieron que llevara un “exceso de equipaje” salvador.

¿Por qué la bicicleta se llama Maira? ¿Hablas con ella durante el viaje?

Todas mis bicis tienen nombres de mujer. Son mis "chicas" y al bautizarlas la regla que tengo es que sea un nombre femenino que me guste, pero del que no conozca a nadie llamado así. Es que si lo hiciera en honor a una novia o amiga y después por algún motivo nos peleáramos, la pobre bici cargaría con el estigma de un nombre no deseado. No suelo hablar con ella ni con ninguna de las mascotas que llevo conmigo. Me entretengo pensando historias, escuchando música o simplemente disfrutando del paisaje y los sonidos del camino. Pero a veces me detengo a mirarla cuando estoy descansado y le digo "¡qué linda eres!" o le doy unas palmaditas después de una jornada dura, felicitándola por haber resistido los achaques que le inflingí. ¡Es un amor platónico!

¿Cómo es un día en tu vida?

Los días son muy variables dependiendo de la zona en la que me encuentre, la estación del año y los objetivos a corto plazo que tenga. Si la idea es pedalear lo máximo posible cada jornada para llegar a algún destino prefijado, como una ciudad donde sé que tengo algún contacto o una visita que realizar, pues me levanto un poco antes de que salga el sol, desayuno algo, preparo la bici y el equipo y arranco con los primeros rayos del sol. El comienzo es lento hasta ir agarrando ritmo y las paradas están determinadas por el cansancio que tenga (no es lo mismo hacer 20 km en pura subida que en el llano), para sacar unas fotos, orinar o buscar un reparo de los elementos climáticos (sol, viento, lluvia). Una hora antes del atardecer empiezo a buscar dónde pasar la noche, que puede ser alguna localidad cercana o donde toque, de acuerdo con las circunstancias. Si hay que acampar, lo ideal es parar y montar campamento aún con luz, para luego poder comer y descansar. Al igual que las gallinas, arranco al salir el sol y paro al atardecer.

¿Alguna vez, por algún motivo, tuviste miedo?

Alguna que otra vez sentí un sudor frío en la espalda al rodar por carreteras muy angostas en las que más de un camión me pasó muy cerca. Si bien hasta el momento no he tenido accidentes (¡toco madera!), en varias ocasiones estuve muy cerca de tenerlos; la mayoría de las veces por imprudencia de los conductores. También me llevé un buen susto cuando iba rumbo a Morelia, México, y un rayo cayó a escasos metros míos en un árbol, haciéndome sentir un cosquilleo en los dedos pulgares que llevaba apoyados sobre el manubrio metálico. Como quien dice, ¡casi me parte un rayo! Además, reconozco mi miedo a las serpientes, las arañas y los escorpiones, por lo que trato de no pensar mucho en ello cuando paso por zonas donde sé que ellos son los dueños del lugar y yo un mero visitante.

¿Te enamoraste en el camino?

Tengo muchos amores y no tengo ninguno. El ser nómada y estar en constante movimiento hace que sea difícil desarrollar una relación estable. Pero eso no quita que haya tenido mis historias por los caminos, que han dejado gratos recuerdos que espero pueda volver a vivir en un futuro. Cuando me preguntan qué pasaría si me enamoro de alguien mi respuesta es simple: si realmente es el amor de mi vida, o viene conmigo o sabrá esperarme. Este viaje me costó muchos sacrificios, tengo un compromiso social que no puedo dejar de lado y primero hay que concluirlo. Después se verá...

¿Cuál es tu anécdota favorita?

Una que me gusta es la de Zuzane Driediger, una mujer que me hospedó en su casa en Revelstoke, Canadá. Luego de estar con su familia por un par de días proseguí con mi viaje y pasé por diversos lugares con rumbo a Vancouver. Pues bien, un par de meses después recibí un mail de ella, totalmente sorprendida porque había visto las crónicas correspondientes a esa etapa de mi viaje y en la foto que ilustraba mi pasada por Link Lake, unos cientos de kilómetros más allá de Revelstoke, estaban sus padres pescando en un bote. Me preguntó si yo sabía que eran ellos y obviamente le dije que no, ni los conocía, que simplemente me gustó esa imagen y por eso la había seleccionado entre las varias que había sacado en la ocasión para mostrar el lugar. ¡Una coincidencia increíble! Le envié la foto y fue el regalo de Navidad para sus asombrados padres que no podían creer semejante casualidad.

¿Qué aprendiste en estos viajes?

A valorar las cosas más simples de la vida. A interactuar con la gente. A ser caradura. A resolver problemas y situaciones con lo que se tiene a mano. A exprimir la vida al máximo. A disfrutar muchas de las cosas que uno a veces olvida en la locura de la vida urbana, como apreciar un rayo de sol luego de una intensa lluvia, el aroma de la tierra húmeda después de atravesar un desierto, el vuelo de un ave en un día de fuertes vientos, confortarse con la sonrisa de un niño que te mira incrédulo al pasar a su lado como salido de otro planeta... a superarse a uno mismo en todo aspecto día a día.

¿Extrañás ejercer tu profesión?

A veces siento un poco de nostalgia por estar con los chicos en la cátedra de Química, ya que la interacción con ellos también siempre fue muy interesante y me ha dejado muchas enseñanzas. En ocasiones también pienso en el trabajo de investigación que realizaba, que me sigue pareciendo atractivo y cautivante. Pero la vida es una cuestión de elecciones y decisiones, y por ahora mi vida pasa por esta travesía, las dos ruedas y el trabajo social con las Aldeas SOS. Y no me arrepiento en lo más mínimo por estar acá.

¿Tenés pensado armar otro viaje cuando llegués al final de este recorrido?

Ideas y delirios no me faltan. Pero soy conciente de que la limitación económica para emprender otra odisea de esta índole es una barrera enorme por superar. Y de haber otro gran viaje, seguramente sería aun más ambicioso que el actual. Primero tengo que terminar éste (y aún me falta un buen tramo), ver en qué estado queda mi cabeza después de la experiencia y en función a las circunstancias se verá...paso a paso, kilómetro a kilómetro.

¿Conseguiste logros significativos para Aldeas Infantiles SOS en este tiempo?

La difusión que ha tenido el viaje y el trabajo de las Aldeas Infantiles SOS ha sido determinante. He recibido un gran número de mails de gente conmovida por la causa y que se han sumado como donantes y a su vez difusores de su trabajo. Esto es algo que recién comienza y es como una bola de nieve que va creciendo cuesta abajo.

Para conocer más sobre Jamerboi y su viaje: www.jamerboi.com.ar
Para informarte sobre la tarea de Aldeas Infantiles SOS: www.aldeasinfantiles.org.ar

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