Bolsón, qué tentación

Por Verónica Luna
Un valle patagónico tocado por la varita mágica cuyo encanto se expande y crece con el tiempo. Bosques, montañas, ríos, lagos. El Bolsón es un escenario natural completo, apto para vivirlo, disfrutarlo, sentirlo.
Es un territorio fértil de bondades que se manifiestan en la producción de frutos finos que se cultivan en las fincas que pueblan el valle. Los mismos frutos que se traducen luego en dulces y conservas. Pero no es lo único que se destaca. El cultivo intensivo del lúpulo, que es la base de la cerveza artesanal que se produce en la región, es todo un símbolo. Dicen que su ubicación privilegiada es la que le otorga condiciones especiales y genera un microclima apto para los cultivos de frutos y hortalizas. El agroturismo se convierte entonces en una alternativa para conocer las propiedades del lugar. Visitar El Bolsón implica necesariamente conocer alguno de los establecimientos de producción artesanal, cervecerías y criaderos de truchas.
Algunos de los productos de elaboración artesanal, así como otro tipo de manufacturas, pueden adquirirse en la feria que se realiza en la plaza principal, el centro neurálgico poblacional. Es un espacio que ganó su trayectoria a través del tiempo. Una reminiscencia del movimiento hippie que copó el lugar escapando del consumismo y la industrialización para convivir con la naturaleza. Los mercaderes llegan los jueves y sábados y arman sus puestos desde la mañana temprano hasta la puesta del sol. En esos días el hormigueo de personas es incesante. El bullicio es permanente entre los que pregonan sus artículos y los que quieren llevarse un presente.
El cerro Piltriquitrón resguarda al valle. El nombre, de origen araucano, significa “colgado de las nubes”, y tal vez sea esa parte de su magia. Los senderos conducen a vistas panorámicas del poblado y la Cordillera. También llevan a recorrer el bosque tallado, son esculturas realizadas sobre los troncos de lengas que fueron afectadas por un incendio en el bosque y que se encuentran a 1500 metros de altura. Para agregarle dosis extra de emoción, también se hacen excursiones en vehículos 4x4.  
Un trekking menos exigente es el que se realiza en el Cerro Amigo. Un sendero que atraviesa la tranquilidad del bosque, que se realiza acompañado del canto de los pájaros, conduce hacia el Mirador de la Cruz. La panorámica cubre todo el poblado, muestra sus campos de cultivo y regala una vista que regocija el alma.
Pero si de caminar se trata, El Bolsón tiene opciones múltiples. En la zona del Mallín Ahogado hay senderos que se bifurcan hacia cascadas, el río Azul, o la Reserva Cabeza de Indio.  Las cabalgatas son buenas opciones para recorrer el curso del río que circula encajonado.
El Bolsón es un paraíso para el ejercicio del turismo aventura. En el río Manso se realiza rafting y snorkeling. Además del trekking, hay circuitos de mountain bike que llevan a Esquel. Mientras que los vuelos en parapente le agregan colorido al paisaje de cielo azul. La práctica de kayak, pesca, escaladas, son otras de las actividades favoritas.
La Comarca del Paralelo 42 es un conglomerado de comunidades que tienen en común estar ubicadas en un área geográfica que les otorga características similares que fomentan la producción de cultivos orgánicos y la fabricación de dulces, cervezas y artesanías. Entre ellas se encuentran Cholila, El Hoyo, El Maitén, Epuyén y Lago Puelo.
Desde El Bolsón se puede recorrer cada una de estas localidades. Una de las más cercanas es Lago Puelo, que da nombre a la pintoresca población y al Parque Nacional. El lago homónimo, de origen glaciar, también recibe las aguas del río Azul. El paisaje resultante es de una belleza única. Excursiones náuticas llevan a pasear por el espejo de agua. Desde la orilla parten senderos que desafían a trepar los cerros y descubrir miradores.
En tanto que en El Maitén se puede abordar otra versión de “La Trochita” (el más conocido parte desde Esquel), el tren patagónico de trocha pequeña. También se puede visitar el museo y los talleres ferroviarios.
El sosiego que se respira en su ambiente, la quietud de sus paisajes, la docilidad para conquistarlos son motivos más que suficientes para visitar El Bolsón. Apenas 120 kilómetros separan a esta población de San Carlos de Bariloche, la principal ciudad de la región.  Desde allí parten excursiones para visitar el poblado por el día, aunque los que pretenden disfrutar más del silencio y de la intensidad de sus bosques, prolongan su estadía en varios días. Entretenimiento no falta porque el principal atractivo es la naturaleza en toda su expresión. Los servicios de restauración invitan a un tour gastronómico por las especialidades de trucha y cordero patagónico, y las fincas y cervecerías aportan su cuota de turismo rural.
La Cordillera de los Andes tiene una presencia imponente. Sus picos adornan los alrededores del valle. Sus bosques son una invitación permanente a entregarse al contacto con la naturaleza y disfrutar de sus sonidos y la paz de la que son portadores. El Bolsón tiene la magia necesaria para hacer que un paisaje de fantasía cobre dimensiones reales. Irresistible tentación la de ir a El Bolsón.
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