Por Verónica Luna
A los pies de la montaña, o desde la altura, los pequeños poblados con su parsimonia, su ritmo de vida tranquilo, se convierten en oasis pintorescos que son las delicias de los turistas. La belleza del entorno natural es la escenografía perfecta.
Zermatt (Suiza)
Matterhorn es el punto más alto de los Alpes. Sus soberbios 4.478 metros de altura se elevan en el límite entre Suiza e Italia. A sus pies, Zermatt es un paraíso rodeado de montañas y glaciares de la región del Cantón de Calais. Sus casas de madera y sus calles que sólo admiten peatones, hacen realidad la magia de pasar una temporada en un territorio único.
Zermatt está rodeada de picos muy altos que resaltan su encanto. Convertido en un centro vacacional tanto de invierno como de verano, atrae a turistas de todo el mundo. Sus más de 300 kilómetros de pistas de esquí forman parte del Matterhorn Glacier Paradise y constituyen un gran atractivo para los amantes de los deportes de invierno, ya que se pueden utilizar todo el año. Es un destino justo para encontrarse con la aventura en contacto con la naturaleza. El senderismo, el ciclismo y la escalada son prácticas frecuentes. Las caminatas a través de los bosques de alerces, abetos, lagos y glaciares se completan a través de nueve senderos temáticos.
Una excursión imperdible es sin dudas, el paseo en el Glacier Express. El tren hace un recorrido de casi 8 horas en el cual atraviesa unos 300 puentes y unos 90 túneles. También es recomendable la visita al tobogán de hielo ubicado a casi 4000 metros sobre el nivel del mar. Se llega hasta allí mediante un teleférico, que es el más alto de Europa.
Unos 240 kilómetros separan a Zermatt de los aeropuertos de Ginebra y de Zurich. Luego, un servicio de trenes conduce al centro vacacional. También se puede hacer el trayecto en helicóptero. La temporada alta es de diciembre a mayo, por lo cual hay que procurar realizar las reservas de alojamiento con anticipación.
Apenas a 6 kms de Zermatt, se encuentra Täsch, un poblado con unos mil habitantes, la mayoría de origen portugués, que permite un espacio de conexión intenso con la naturaleza. Además del contacto con el paisaje, las casitas bajas y los restaurantes de comidas típicas, también está habilitado para la práctica de esquí y deportes como el golf.
Villa Pehuenia (Argentina)
En la zona cordillerana de la provincia de Neuquén, a 310 kilómetros de su ciudad capital, una población joven y muy atractiva seduce a los turistas que todavía no inundan masivamente sus plazas.
Villa Pehuenia se extiende a orillas del lago glaciario Aluminé. Debe su nombre a la araucaria araucana, o pehuén, que es una especie de conífera que abunda en la región y le da un toque característico a la identidad de la localidad. Fundada en 1989, su población permanente no alcanza los mil habitantes.
Las construcciones típicas están realizadas en ladrillo y madera. Desde sus ventanales, el panorama es impactante. La belleza natural es sin dudas la pieza fundamental de esta aldea. Apenas una calle concentra a los negocios que conforman el centro comercial, destacándose la feria artesanal.
En el lago se practican deportes náuticos, aunque Villa Pehuenia es también ideal para realizar caminatas. Hay muchos senderos y miradores que ofrecen postales inolvidables. El río Aluminé es el escenario para realizar rafting. También se practica mountain bike, pesca y cabalgatas. Mientras que el volcán Batea Mahuida, de 1706 metros, con su parque de nieve ofrece un espacio para la práctica de deportes de invierno. Tiene cuatro pistas de esquí, una para la práctica de snowboard y una pista de trineo para niños.
El Paso de Icalma, distante a 15 kilómetros de Villa Pehuenia, permite conectar con los circuitos turísticos de las ciudades chilenas de Melipeuco, Cunco y Temuco.
Ojén (España)
Su cercanía con Marbella convierte a esta pequeña aldea de la provincia de Málaga en una joya digna de ser apreciada por los turistas que visitan la Costa del Sol. Ojén emerge de entre las sierras de Alpujata y Blanca, de 200 metros de altura, sobre el valle del río Real. Su historia tiene una fuerte impronta árabe, cuyas huellas se evidencian en la arquitectura de sus construcciones y en sus calles estrechas.
Rodeada de un ambiente natural cautivante, en Ojén se pueden realizar actividades de aventura donde el senderismo se ubica entre las favoritas. Especies protegidas como la cabra montesa y las águilas imperiales y el búho real encuentran su hábitat en esta región. También son comunes las serpientes, especialmente las culebras. Eso no impide, sin embargo, el paseo por los bosques de pinos y diversas especies que tiñen el paisaje de un verde que combina armonía y belleza con intensidad. También conviven especies que aportan el colorido y la fragancia de las flores, así como las hierbas que suelen utilizarse en ciertas combinaciones medicinales como el romero, la manzanilla y la salvia.
En el casco de la aldea, pueden visitarse la Iglesia de la Encarnación y el Museo del Aceite, dos símbolos de su identidad. Apenas a corta distancia del paisaje de playa, Ojén se convierte en una alternativa diferente.
Ruta de los pueblos de montaña (Puerto Rico)
La isla de Puerto Rico sin dudas atesora en sus costas un interesante patrimonio. En el interior del territorio, la Cordillera Central que se extiende de este a oeste, su acervo es distinto. Diversos poblados se esparcen entre las montañas: Cidra, Cayey, Comerío, Aibonito (conocida por la belleza de sus flores que le hicieron ganarse el mote de “Jardín de Puerto Rico”), Naranjito, Barranquitas, Florida, Orocovis, Adjuntas, Lares, Aguas Buenas. Cada uno tiene sus propias virtudes aunque están unificados por la naturaleza que los rodea y la surgida de la propia identidad.
Son pueblos de tradición agrícola, en los que se destaca el cultivo de café, flores y plantas ornamentales. Recorrerlos a través de la Ruta Porta Cordillera, lleva al turista a descubrir sitios arqueológicos, valles, barrancos y ríos que dibujan un paisaje intrincado, caprichosamente atractivo. También se puede hacer un recorrido basado en la gastronomía, especialmente para los interesados en seguir la ruta del lechón asado.
La tranquilidad que ofrece la vida alejada de la vorágine de las grandes urbes, transforma a las aldeas de montaña en sitios ideales para alcanzar el sosiego. Su paisaje natural atrapa e invita a los intrépidos a probar su destreza con entornos propicios para actividades de turismo aventura. Para los que buscan el relax conforman un oasis del que luego es difícil escapar. Una máxima nueva adquiere dimensión: Pueblo chico, placer grande.
¿Alguna vez visitaste alguno de estas aldeas de montaña? Relata aquí tu experiencia.
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