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14 de julio de 2014
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Yukón, más grande que la vida

No es fácil llegar, no es fácil permanecer, pero el territorio de Yukón, hacia el noroeste de Canadá, aguarda al turista con inmensas sorpresas naturales y culturales. Dejarse llevar por la aventura es la premisa en este viaje.
Yukón, más grande que la vida
Yukón, la naturaleza al alcance de la mano

por Rodrigo Carretero

Agua. Todo en Yukon se relaciona a ella. Principal recurso, ya sea para la vida, para el transporte y hasta para el nombre. “Yukon”, Río Grande en la lengua nativa original. Es este río el que da la vida al más occidental de los territorios del norte canadiense. Es este río el que remontaron los primeros colonos, y aquellos aquejados de la fiebre el oro.  Es este mismo cauce el que se convierte en columna vertebral de un territorio casi tan extenso como España, pero tan solo con 35.000 habitantes.  Hoy, el viaje comienza en Whitehorse, la capital, adonde se puede llegar, o bien, por la autopista Alaska, desde los Estados Unidos, o arribar al aeropuerto internacional que conecta con Vancouver, Calgary, Edmonton, Fairbanks, Juneau. Una vez en la pequeña ciudad, es momento de decidir cuál de los tantos atractivos que ofrece la naturaleza será el primero en conocer. Las opciones parecen infinitas, como el horizonte que se perpetúa más allá de los límites que impone la vista. Hay rutas históricas, trazadas de acuerdo a la temperatura de la fiebre del oro iba subiendo en Dawson City. Internarse hacia norte hasta atravesar el Círculo Ártico, donde miles de caribús continúan migrando cada año. Los osos pardos pueden verse y disfrutarse en su hábitat, dentro del Parque Nacional y Reserva Kluane, Patrimonio mundial de la UNESCO. Realizar extensos trekkings y escaladas hasta altas cimas de granito, y desde allí observar los cristalinos lagos del Parque Tombstone. Sentir la nieve crujir bajo las raquetas de nieve, paseos en motonieves o dirigir un equipo de perros esquimales bajo el manto brillante de las luces del norte. Bienvenidos a Yukón, más grande que la vida.

Fiebre del oro

Casi en el límite con Alaska, la ciudad de Dawson recibe cerca de 60.000 visitantes al año. Todo debido a aquella gesta desesperada de tan solo un par de años, todo por culpa del oro. La quimera comenzó en 1896 y fueron la locura y codicia las responsables de la llegada de las más de 40.000 almas. Poco antes del comienzo del siglo XX, todo había terminado. La memorabilia del mito dorado logró salvar al pueblo y hoy el turismo ha propiciado industrias en torno a él y nuevas operaciones mineras modernas. Hacer una visita a la ciudad es un viaje al pasado. Más de 30 construcciones antiguas forman parte del Sitio Histórico Nacional de Dawson. En el Hotel del Centro se puede degustar el  famoso Sourtoe Cocktail: algo parecido a un dedo humano del pie se sumerge en el trago elegido por el consumidor. En fin, cosas de la fiebre y consecuencias del frío imperante. Dawson es también conocida por ser refugio de escritores. Berton House fue el hogar de juventud del canadiense, Pierre Berton. Sobre la misma senda se encuentra la casa del  poeta Robert Service, y unos metros más allá, la cabaña que habitó Jack London durante su estadía en el Yukón mientras escribió Colmillo Blanco, cuya acción transcurre aquí mismo, en este mismo tiempo donde todo lo que brilla es (era) oro.

Naturaleza salvaje

Debido al indómito clima, la gran mayoría del territorio aun permanece en estado natural. Y debida a la misma razón, la mejor época para conocer el Yukón es en los meses de verano, de mayo a septiembre. Una de las salidas preferidas, ya que en ella es posible llevarse un pantallazo de tanta inmensidad, es al Parque Nacional Kluane. Se encuentra en la parte suroeste del territorio y dentro de él se halla el Monte Logan, la montaña más alta de Canadá. El parque fue fundado en 1972, con más del 80% de su superficie cubierta por glaciares y montañas de nieves eternas. Es el sitio ideal para el avistaje de fauna en estado salvaje.  Las ovejas de Dall son los mamíferos más comunes, que suman alrededor de 4.000 ejemplares. Ellas conviven bajo las leyes naturales junto a cabras de montaña, caribú, osos grizzly, alces, lobos, marmotas, zorros y roedores típicos de la tundra. Otra de las actividades posibles de realizar en el parque es el senderismo, con infinitos caminos hasta las orillas de los lagos San Elías, Mush Road, o el glaciar Rock. El turismo aventura es protagonista con la práctica de rafting en el río Alsek, ciclismo de montaña en la antigua minería, paseos a caballo a través del Paso Alsek. En los espejos de agua es posible hacer pesca deportiva de tímalo ártico, trucha arco iris, y salmón. Tanta plenitud no es lejana a la civilización. El parque se ubica a tan solo 160 kilómetros de Whitehorse, por la ruta que conduce hacia el norte, hacia más allá de donde la imaginación pueda llegar. Eso es el Yukón, el lugar donde lo imposible se encuentra en cada rincón.


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