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27 de enero de 2016
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¿Está limpio el avión donde volamos?

Al embarcar en un avión, todo nos parece que está limpio, hasta reluciente. Solo son apariencias, hay un sinfín de gérmenes microscópicos con los que viajamos.
¿Está limpio el avión donde volamos?

Por Armando Cerra
Si a usted le gusta viajar, pero al mismo tiempo su carácter roza lo maniático en cuanto a la limpieza, e incluso llega a ser un verdadero aprensivo en las cuestiones de higiene, tal vez debería de dejar de leer estas líneas. Cuando las acabé estará más informado, sí, pero posiblemente no vuelva a tomar un avión en su vida.
Porque los aviones bajo su apariencia de recintos asépticos, en realidad pueden ser un verdadero foco de infecciones, y todo ello debido a las escasas labores de limpieza que se hacen en su día a día.
La explicación es muy simple, y como casi todos los males de nuestra sociedad la razón hay que buscarla en el tiempo que costaría hacerle una buena limpieza a las cabinas de pasajeros tras cada vuelo. O lo que es lo mismo cuestiones económicas y de enriquecimiento.
Todos hemos estado esperando para embarcar en un aeropuerto, nuestro vuelo no aterriza. Esperamos y esperamos, y por fin lo vemos colocarse ante nuestra puerta de embarque. Mientras hacemos la fila para que comprueben nuestros billetes, un par de centenares de personas salen del avión ante nuestros ojos. Y casi de forma inmediata, nos apresuramos a embarcar nosotros acompañados por otro par de centenares de viajeros. ¿Cuándo se ha limpiado ese avión? Obviamente, no se ha hecho.
Como mucho dos o tres trabajadores han entrado a la cabina del avión con guantes, mascarillas y una bolsa de basura para quitar la suciedad más evidente. Si hay suerte, hasta puede que le den un frenético pase de aspiradora a la moqueta y poco más. El resultado es que el avión no está limpio, aunque lo pueda aparentar.
Recientes estudios han sacado a la luz la cantidad de gérmenes que viajan de país a país en un avión. Sí. Bacterias, bichos, virus, se desplazan de aeropuerto en aeropuerto, de país en país, y de continente en continente. De hecho, en cuanto suena la alarma de cualquier tipo de plaga, las autoridades se dirigen en primer lugar a los aeropuertos para saber su origen.
No es de extrañar. Por ejemplo, las moquetas de un avión son un verdadero parque de atracciones para los minúsculos ácaros. Jamás. Jamás se debe caminar descalzo por estas alfombras, y en cambio es de lo más común. Si tenéis hijos, y les habéis dejado andar descalzos por el avión para que se entretuvieran un poco, haced ahora memoria. ¿No estuvo el niño enfermo unos días después, aunque fuera un pequeño resfriado?
Más preguntas. ¿Tenéis el pelo largo? ¿Cómo está tras un viaje en avión? Sí, sucio y grasiento. Pues ahora recordar esas telas reposacabezas de los asientos de un avión. No. No se cambian cada vuelo, salvo si están ya muy arrugadas o sucias. Y la manta que podéis pedir si hace frío. Sabedlo, solo la vais a estrenar (con suerte) si es el primer vuelo del día.
Y los reposabrazos, los cinturones de seguridad, las hebillas, la tapicería del asiento, el bolsillo delantero… Absolutamente todo tiene gérmenes de los más variados orígenes. Curiosamente cualquiera de estos elementos está más sucio que los lavabos de un avión.
No obstante, el lugar más contaminado de forma invisible es la mesita se despliega ante el asiento. El porcentaje de gérmenes en este elemento es enorme. Mesas donde se come, pero también hay quién puede cambiar los pañales al bebé, solo por poner un ejemplo muy obvio. Pero seguro que todos podemos nombrar otras prácticas vistas (o hechas) sobre esas mesas, que rara vez se limpian en profundidad.
Los mismos que han realizado estos estudios para conocer el nivel de higiene en los aviones comerciales, recomiendan viajar con geles desinfectantes que nos libren del mal al tocar esas mesas, o los reposa brazos o cuando vamos al baño de la aeronave. Pues bien, haceros con esos geles, sobre todo si sois de los aprensivos que nombrábamos al principio, eso sí haceros con un recipiente individual de una capacidad no superior a los 100 ml para que nos dejen embarcar con él.  ¡¡¡Todo sea por la seguridad!!!
En fin, qué volar es como la vida misma, hay un sinfín de peligros acechándonos, pero tendremos que seguir volando y viviendo, ¿no?

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