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17 de octubre de 2008
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Con aroma a café

Irresistible, delicioso, con personalidad: recorrer el mundo siguiendo los pasos de estos granos fascinantes es una invitación a un viaje a través de los sentidos.
Con aroma a café

Negro, cortado, con leche o crema. Expresso o cappuccino. Torrado, sin tostar u orgánico. Con azúcar o amargo. Por la mañana, para despertarnos. Por la noche, en una charla con amigos. Las opciones son muchas, pero la presencia es constante. Es que el café es un ritual cotidiano para miles de personas en el mundo: cada año se beben 400.000 millones de tazas de café. Y su importancia no es sólo gastronómica: es la segunda mercancía comercializada en el mundo, detrás del petróleo, y se estima en 125 millones el número de personas que viven de su cultivo, incluyendo 25 millones de pequeños productores.

Originario de África (la leyenda cuenta que un pastor etíope descubrió el efecto energizante que producía en sus cabras la ingestión de unos pequeños frutos rojos que creían en los montes), se expandió por Medio Oriente y Asia, pero no llegó a Europa hasta bien entrado el siglo XVI. Cruzó el Atlántico recién en 1689, cuando en Boston inauguraron el primer establecimiento para beberlo.

La ruta del café en América

Seguir los pasos del café en el continente americano lleva a los viajeros a través de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, toda América Central y el sur de México.

En Colombia, uno de los países más famosos por la calidad de su café, el eje cafetero es un verdadero atractivo turístico. Está conformado por los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío. La ruta brinda a los turistas la oportunidad de alojarse en fincas cafeteras y, desde la madrugada, participar de las actividades normales de un día en la región, comenzando con la visita a los cafetales, siguiendo con la recolección y finalizando con la preparación de un delicioso y típico café colombiano.

Uno de los puntos de interés imperdibles es el Parque Nacional del Café, ubicado en el Quindío y creado en 1995 por la Federación Nacional de Cafeteros para que los turistas se integren en la actividad cafetera. Paso a paso, los visitantes conocen de cerca los beneficios de café y las variedades –tanto nacionales como internacionales– de flora nativa de la región. Allí se encuentra, además, el Museo del Café. El predio cuenta, también, con un sendero ecológico y otras atracciones como un teleférico, una montaña rusa y un show de las orquídeas.

En México, las haciendas cafetaleras –construidas originalmente por alemanes– de la región de Soconusco, Chiapas, abren hoy sus puertas a quienes quieran conocerlas. Además, ofrecen la posibilidad de realizar turismo aventura, con actividades como montañismo, camping, rafting o rapel. De la propuesta turística participan 13 fincas: Hamburgo, Chiripa, Argovia, Violetas, Santa Rita, Lindavista, Perú-París, San Antonio Chicharras, Rancho Alegre, San Francisco, La Granja, Irlanda y La Lucha. Cada una de ellas posee una característica especial, hermosos paisajes y reservas protegidas de animales, flores exóticas y aves.

Más información:
» Colombia: Parque Nacional del Café
» República Dominicana: ruta del café

En África

¿Quieres conocer el continente africano de una manera diferente? Internarse en sus cafetales es una forma de descubrir la geografía, las costumbres y la cultura de una región deslumbrante y mágica.

Etiopía, Uganda, Costa de Marfil y Tanzania son los mayores productores de café, pero también hay plantaciones en Camerún, Kenia y Zambia. En todos estos países es posible participar de safaris “cafeteros” o excursiones especialmente diseñadas.

Más información:
» Coffee Safari
» Coffee Project

En Turquía

Aunque el “café turco” es uno de los más famosos del mundo, no se trata de una variedad de granos –por su ubicación geográfica, no existe el cultivo del café en Turquía– sino de una forma específica de tostar, moler y preparar el café.

En Turquía, entonces, no tendrás cafetales para visitar, pero sí podrás disfrutar de una bebida dulce, perfumada, de sabor concentrado y gran cuerpo.

Las marcadas características y el nivel de concentración del café turco se deben a su especial modalidad de preparación. En primer lugar, los granos deben ser molidos de manera uniforme con un molinillo de cobre manual, hasta lograr un polvo muy fino de consistencia similar a la harina. Luego, agua, azúcar y polvo de café se mezclan juntos en el cezve, una jarra especial de cobre o latón con una larga asa, que se lleva al fuego. Así, algunas partículas de café y azúcar quedan suspendidas en la bebida final, de consistencia densa y parecida al jarabe. En ocasiones, el café turco se aromatiza con especias, como cardamomo y canela, que deben incorporarse bien molidas a la mezcla inicial. Nunca se lo toma con leche y tampoco se le debe agregar azúcar una vez servido, por lo que es preciso aclarar cuán dulce lo queremos al pedirlo.

Una vez que hayas disfrutado de la bebida, la tradición indica que puedes dar vuelta la taza para los sedimentos –el “poso” o “borra”– se depositen en las paredes del pocillo. Con los símbolos y figuras que se forman en la borra del café, los especialistas en este arte de adivinación podrán interpretarlas para leer tu futuro.

Más información:
» www.kultur.gov.tr

En Asia

Vietnam es el más grande productor en la región –el segundo de todo el mundo, detrás de Brasil–. En la región también se destacan Indonesia, Tailandia, India y China.

Aquí, los misterios del café se unen a los de estas antiguas civilizaciones para crear encantadoras tradiciones. Por ejemplo, en la Isla de Java los campesinos creen que si le ofrecen bananas y un pocillo de la bebida a un búfalo blanco, éste bendecirá a la aldea y mantendrá lejos las enfermedades. El café también es apreciado aquí por sus propiedades abrasivas y terapeúticas: se lo emplea en masajes exfoliantes y máscaras de belleza.

Más información:
» Coffee Roots

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