A pesar de que se la conoce desde hace más de 25 años, la tecnología de RFID (Radio Frequency Identification) es ahora una realidad de peso y avanza a pasos agigantados. Supermercados, librerías, tiendas por departamentos, perfumerías, farmacias, empresas de logística y todo tipo de industrias comienzan a beneficiarse cada vez más de las potencialidades de esta herramienta. El mundo del turismo no se queda atrás: aeropuertos y líneas áreas están tomando conciencia de las ventajas que ofrecen estos pequeños dispositivos para todas aquellas operaciones que involucren el movimiento de equipaje.
¿Qué es el RFID?
Se trata de un sistema de almacenamiento y recuperación de datos que permite transmitir la identidad de diferentes objetos por medio de ondas de radio. Funciona mediante etiquetas o tags, que no son otra cosa más que pequeños dispositivos que pueden ser adheridos o incorporados a un producto (también se pueden utilizar en animales o personas), compuestos por un microchip y antenas que les permiten recibir y responder a peticiones por radiofrecuencia desde un emisor-receptor RFID. Además, cuentan con una memoria en la que se pueden grabar todo tipo de datos para identificar el objeto en el que el chip está adherido. Un conjunto de lectores, computadoras y sus respectivos softwares completan el sistema y permiten recabar la información contenida en las etiquetas.
Frente a su antecesor, el código de barra, la ventaja de los chips RFID consiste en que no requieren ser leídos uno por uno y a una cierta proximidad de los lectores. Tampoco necesitan una linealidad de lectura mediante el láser. Así, se puede lograr remotamente un control de stock en forma automática.
¿Cómo funciona el RFID aplicado al equipaje?
El sistema se basa en la incorporación de un chip RFID en las etiquetas que las aerolíneas colocan a cada maleta para identificarla. Asimismo, se ubican sensores en los aeropuertos (en las cintas transportadoras, en las áreas de intercambio, en las entradas de carga de los aviones y en los depósitos de equipaje) que rastrean la posición de los chips y permiten conocer la localización de los bultos en tiempo real.
Para los pasajeros, esta nueva tecnología pasa casi desapercibida: entregan su equipaje en el mostrador de facturación, igual que siempre, y el personal de tierra adosa una cinta de papel como es de costumbre. La diferencia es que esa cinta lleva el chip de RFID integrado con una antena, un microprocesador y una memoria en la que se registra toda la información pertinente (propietario, número de vuelo, aerolínea, destino, entre otros).
Algunos aeropuertos –como los de Hong Kong o Ámsterdam– y también varias líneas aéreas –entre las que se encuentran Air France, KLM y Delta– ya están probando esta tecnología que promete revolucionar el mundo de la logística. Nuestro equipaje, agradecido.
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