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14 de noviembre de 2016
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Winnipeg, una desconocida pero acogedora ciudad de Canadá

En el centro de Canadá está Winnipeg, una ciudad realmente sorprendente por su pasado, su patrimonio y su oferta cultural y turística. ¡Todo un descubrimiento!
Winnipeg, una desconocida pero acogedora ciudad de Canadá
Museo de los derechos humanos en Winnipeg

Por Armando Cerra
Si pensamos en Canadá como destino turístico, inmediatamente nos vienen a la cabeza sus increíbles paisajes de nieves, montañas y bosques en las Rocosas. O quizás pensemos en sus urbes más cosmopolitas como Montreal o Vancouver. Sin embargo, en un país con casi 10 millones de kilómetros cuadrados de superficie, los atractivos para los viajeros se multiplican y en muchos casos son auténticos desconocidos y ni siquiera se ha oído hablar de ellos.
Ese podría ser el caso de la ciudad de Winnipeg, ubicada en el mismo corazón de Canadá ya que se halla en el estado de Manitoba, en el centro del país. Pues bien, Winnipeg es una de esos sorprendentes lugares que ofrece el país norteamericano.Union Station
Para empezar por lo relativamente fácil que es llegar allí. Está perfectamente comunicada por carretera y por tren, no solo con otras ciudades canadienses, sino también con Estados Unidos. E  incluso, Winnipeg cuenta con su propio aeropuerto internacional, el único con esa categoría entre Calgary y Toronto.
Es decir, no es un territorio remoto, ni mucho menos. Es fácilmente accesible, de hecho ha estado ocupado durante milenios por los pobladores originarios de Canadá. Y tras ellos, también se asentó aquí el hombre blanco. Indígenas y colonos ocuparon una zona concreta del actual Winnipeg, los llamados The Forks, los cuales ocupan la confluencia de los dos ríos que bañan la ciudad: el río Rojo y el Assiniboine.
En esa parte de la ciudad se concentran gran parte de los atractivos de Winnipeg y cualquier visita a esta urbe se desarrolla por esa zona. Si bien hay otros lugares interesantes saliendo de ahí, como puede ser el edificio de la Asamblea Legislativa de Manitoba en un imponente estilo neoclásico, o las construcciones del Distrito de Exchange cargadas del encanto de principios del siglo XX y que en hoy en día es una de la zonas más vitales y animadas de la ciudad.
Sin embargo, como ya hemos dicho los viajeros pasan de forma obligada muchas horas en The Forks. Es la zona recreativa, comercial y de ocio esencial en Winnipeg, el lugar donde se asentaron las empresas coloniales que quisieron explotar este territorio y de hecho hasta aquí mismo llegaron las vías del ferrocarril, ya que dentro de The Forks se encuentra la Union Station.
Este lugar puede ser el punto de llegada o de salida para los viajeros (pocas cosas pueden ser tan evocativas de una aventura, como contemplar los vastos paisajes canadienses desde las ventanillas de un tren). Pero además esta estación, es una atracción turística en sí misma, ya que allí se encuentra el Museo del Ferrocarril de Winnipeg, donde se expone entre otras cosas la locomotora de vapor Countess of Dufferin, la primera que llegó hasta este lugar.
Lo cierto es que este es uno de los museos más llamativos de Winnipeg, pero esta es una ciudad y donde los hay de las temáticas más variadas. Se puede mencionar el Museo de la Aviación del Oeste de Canadá en un hangar del aeropuerto, o el Museo Canadiense del Traje y el de los Niños, ambos ubicados en The Forks.
También se pueden visitar dos museos ubicados en casas de la época colonial. Uno sería el Museo Dalnavert que recrea la vida en el siglo XIX y otro sería el Ross House Museum que ocupa la que fuera la primera oficina de correos de Canadá.
The forks marketNo obstante, de entre todos ellos os tenemos que recomendar la visita a dos museos. Uno de ellos es Museo de Manitoba. Se podría decir que sus salas son un gran homenaje a la naturaleza y al hombre. Allí se pueden ver las estrellas en su planetario, pero también descubrir todos los encantos del Ártico y los peligros que le acechan, quedar fascinado con su colección de trilobites o contemplar el buque Nonsuch (Sin Igual) que navegó durante el siglo XVII por las gélidas aguas del Bahía del Hudson y que dio origen a la compañía comercial del mismo nombre.
Y el segundo del que recomendamos encarecidamente la visita es el Museo Canadiense de los Derechos Humanos. Solo por admirar su arquitectura contemporánea ya merece la pena. Pero la visita a este lugar no se tiene que quedar en lo meramente contemplativo. El objetivo es impactar, invitar a sentir, a reflexionar y que el visitante salga de ahí más concienciado con la necesidad de luchar por los Derechos Humanos.
Esa idea de agitar conciencias a través de diversas exposiciones dedicadas a la esclavitud, genocidios históricos y actuales, violaciones de los derechos más básicos, golpes de estado militares, etc, etc. Un sinfín de asuntos de los que todos hemos oído hablar en el televisor, los diarios o internet. Pero a veces no les prestamos mucha atención, preocupados por los problemas de nuestro día a día.
Sin embargo, el contacto con esos temas es completamente distinto en el Museo de los Derechos Humanos de Winnipeg. Allí el visitante está de vacaciones, y decide dedicar su tiempo libre a estas cuestiones. Sin duda, recibe la información de un modo diferente, con un espíritu mucho más receptivo y a través de un montaje expositivo muy efectista. El resultado es inevitable: uno sale de allí dispuesto a pelear por los derechos de todos. Lo cual nunca está de más.


 
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