Texto Armando Cerra - Fotos Mónica Grimal
Bélgica es el país de la cerveza. En cualquier ciudad o pueblo del territorio se elaboran exquisitas cervezas. Hay centenares de variedades, algunas totalmente artesanales, otras basadas en recetas antiquísimas de los monasterios trapenses, otras con sabores de lo más variado y exótico, y desde luego también hay cervezas de fama internacional.
No es cuestión de citar marcas que a cualquier aficionado a la cerveza le suenan, pero hay una que se puede beber en cualquier rincón del planeta. Se trata de la Stella Artois. Pues bien, se elabora en Lovaina y es uno de los mayores emblemas de esta ciudad de la provincia belga del Brabante Flamenco.
Es imperdonable viajar a Lovaina y no beberse al menos una Stella Artois. Una Stella y alguna otra local, ya que aquí se elaboran otras 30 marcas menos conocidas. Casi todas ellas están presentes en los todos bares de la ciudad, y hay muchos, sobre todo en la Oude Markt o Plaza del Mercado.
Se trata de una enorme plaza alargada que en los folletos turísticos de la ciudad viene definida como “la mayor barra de bar del mundo”. Con eso está dicho todo. Es una sucesión de bares, en cuyo interior se acumulan los clientes en invierno, mientras que nada más salir un pequeño y breve rayo de sol, todo el mundo se sienta en las mesas de afuera, a disfrutar del oro líquido de sus botellas y de los momentos de bonanza de clima belga.
La Oude Markt siempre está animada, algo que inmediatamente llama la atención en un país habitualmente anodino como es Bélgica. ¿Por qué? Porque Lovaina es una ciudad universitaria desde hace siglos. Aquí se fundó una de las primeras universidades europeas allá por el siglo XV. Una tradición estudiantil que se ha mantenido hasta hoy. Y ya se sabe que donde hay mucha juventud, hay diversión. O sea que Lovaina puede ser una ciudad muy divertida, ya que aquí acuden jóvenes de todo el continente y del mundo entero que llegan sobre todo para estudiar leyes.
Muchos de ellos se alojan en edificios que son el gran patrimonio de la ciudad. Se trata de los Colegios universitarios que son casi tan abundantes en Naamstraat (la calle principal de Lovaina), como los bares en Oude Markt, No obstante hay un gran pensionado estudiantil un poco alejado del centro que es un lugar en el que parece haberse detenido el tiempo. Es el Groot Beginhoof, una especie de ciudad universitaria, restaurada y en uso en la actualidad, donde los alumnos se hospedan en viejas casas de los siglos XV, XVI y XVII.
Un paseo por las calles del Groot Beginhoof supone un enorme contraste con el centro de la ciudad. Al que le guste esa calma puede seguir caminando por esas vías empedradas que proporcionan un viaje al pasado. Pero quién prefiera algo más de animación debe volver hacia el centro, ya que todavía le queda mucho por ver y muchas cervezas que tomar.
Lo cierto es que otra de las paradas obligadas es en la otra gran plaza de la ciudad: la Grote Markt. Posiblemente allí se encuentren los dos monumentos más atractivos de la urbe.
Por un lado, el impresionante Stadhuis o Ayuntamiento. Y enfrente la Colegiata de San Pedro. Respecto a esta iglesia hay que decir que su interior es un verdadero museo del arte belga, ya que se guardan obras de algunos de sus artistas históricos más relevantes, como Metsys, Bouts o Van der Weyden.
Y en cuanto al Stadhuis, solo se puede definir con una palabra: espectacular. El Stadhuis de Lovaina es todo un derroche de fantasía y de maestría por parte de los escultores de la época. Uno se puede pasar horas buscando los detalles de este edificio que parece una enorme casa de cuento. No es de extrañar que sea la gran obra del estilo gótico brabantino del siglo XV, un estilo que desde Lovaina se expandió por el resto de Bélgica, Holanda, el norte de Francia y zonas del este de Alemania.
En definitiva, el gótico brabantino es la tercera gran exportación de Lovaina. Las otras dos ya quedan dichas: los abogados y las cervezas. Respecto a los primeros, mucho mejor si no necesitas de su presencia. Y en cuanto a las segundas, es muy posible que ahora mismo puedas bajar al supermercado de tu ciudad, y vivas donde vivas, te puedas comprar una Stella Artois.
Te sabrá buenísima, porque es una cerveza de calidad. Pero desde luego su sabor es diferente bebiéndola en cualquier de los bares de Lovaina. ¿No te lo crees? Solo tienes una forma de comprobar que es cierta esa diferencia de sabor: viajando a Lovaina.
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