Quebec, un nación dentro de Canadá

La ciudad de Québec tiene particularidades que la hacen destacarse por sobre otras ciudades canadienses. Fundada en 1608, es el corazón de la civilización francesa en América del Norte, y fue declarada joya del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
Ubicada 250 kilómetros al este de Montreal, Québec es la única ciudad amurallada de Norteamérica y cuenta con un casco histórico precioso. Llamado “Vieux Québec”,  el barrio va desde el Río San Lorenzo hasta el este de las murallas. En el “viejo Québec” se puede admirar el famoso hotel Chateau Frontenac, un edificio histórico e icónico de la ciudad que abrió sus puertas en 1893. Para aquellos que no puedan hospedarse en una de las lujosas 611 habitaciones, el hotel permite visitas para admirar la majestuosidad de la arquitectura con estilo francés.
Frente al hotel está la famosa “Terrasse Dufferin”,  una terraza que queda al borde de un acantilado, desde la que se pueden admirar preciosas vistas del río San Lorenzo.
El río San Lorenzo es un acompañante perpetuo, no importa a qué rincón de la ciudad vayas. Desde hace más de 400 años, el comercio por el río ha sido parte vital de la economía de la región y el Viejo Puerto de la Ciudad de Québec sigue siendo de gran importancia. En los alrededores del puerto se pueden visitar el mercado público, un parque y recorrer la ciclovía en bicicleta.
Además de miradores y edificios antiguos, dentro de las ciudad amurallada hay decenas de restaurantes, galerías de arte, bares, rincones bohemios y lugares encantadores que recorrer.
La muralla que encierra la ciudad antigua tiene 4,6 kilómetros de extensión e incluye bellísimas puertas. Además de disfrutar de paisajes excepcionales, los visitantes podrán apreciar la evolución del sistema de defensa de la ciudad bajo los regímenes francés e inglés. Este circuito incluye la exhibición de antiguas armas, cañones y fuertes que sirvieron para defender la ciudad de ataques.
La “Place Royale” es uno de los lugares más encantadores de la ciudad, donde se conserva el ambiente de pequeña villa francesa, con sus antiguos edificios muy bien conservados, rodeados por callecitas empedradas y decenas de negocios, galerías de arte y restaurantes. Muy cerca de allí, en el barrio Petit-Champlain, el más antiguo de América del Norte, se debe visitar el Museo de la Civilización, que une el pasado con el futuro de la ciudad, exhibiendo diversas muestras.
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