Jueves 28 de Marzo de 2024

Logo
05 de diciembre de 2016
(239 votos)

Alaska: la última frontera

Los cuentos de hadas existen y renacen en Alaska. Un viaje que nos brinda un reencuentro con nuestra libertad y la naturaleza.
Alaska: la última frontera

Por Guadalupe Araoz
Cuando pensamos en Alaska se nos pasan cientos de ideas por la cabeza: los trineos tirados por huskies, los esquimales con sus mejillas rojas del frío, el del circulo polar ártico y el viaje que hacen muchos viajeros para unir los parajes sureños con los del norte. Nadie sabe bien qué encontrará y pocos investigan: a veces es mejor creer en cuentos de hadas.
Quisiéramos contarles que es mucho más que ello, mucho más que su ciudad llamada Anchorage desde donde salen cientos de tours hacia sus confines, el Polo Norte con la tienda de Papá Noel, los ríos que aún atraen a buscadores de oro o la provincia de Estados Unidos donde los que se animan a aguantar el frío van a probar suerte en la industria petrolera.
Alaska contiene una ordenada y pacífica sociedad dentro de un territorio salvaje. El equilibrio es perfecto. Aquí todo gira en torno a los barcos y a las avionetas que verás surcar el cielo varias veces por día, porque las rutas asfaltadas escasean.
Salir a caminar por el bosque solo no es para aficionados, como te darás cuenta si compartes unas horas con los locales. Sus animales son majestuosos, enormes, indomables y atrayentes. Los temerarios osos grizzli abundan y los alces intentando proteger sus crías también. No hace falta internarse en la maleza para verles. Basta con conducir sobre asfalto unos kilómetros, quedarse esperando en un río del camino o en el jardín de la casa en algún pueblo pequeño. Entre animales y personas el respeto es mutuo.
Sin embargo, al contrario de lo que imaginaríamos, la última frontera es tan salvaje como accesible gracias al esfuerzo e ingenio de sus habitantes. Se trata de un destino sencillo y recomendable para viajar como gustes, sobre todo durante los no tan cálidos meses de verano entre junio y fines de julio.
Hacia el sur, la península de Kenai, atrae a los pescadores con su mar rico en fauna marina. Mientras atraviesas las aguas de Homer, las ballenas mojan el cielo a lo lejos y las nutrias de mar flotan boca arriba, curiosas, como si fueras la atracción principal. Del otro lado te encuentras en una caminata que parece interminable pero la silenciosa cima, con vista a los picos nevados, te recuerda que solo allí podrías sentirte tan libre.
Los fiordos de Kenai se alzan sobre el mar expectantes de los osos, los lobos y las águilas que suelen pasar a admirarles. Senderos como el Harding Icefield Trail te llevan hasta los límites del Glaciar Exit, a pocos kilómetros de la tranquila y acogedora ciudad de Seward.
Las gélidas aguas surcadas por fiordos y gigantes nevados parecieran abrazar la zona del circuito interior, junto a la Columbia Británica. Pequeños pueblos como el de Skagway aún conservan vestigios de su pasado minero así como de la colonización rusa, entremezclados con tótems tlingit y su cultura indígena.
El archipiélago de  las  más de 300 islas Aleutianas forma un arco, marcando la antigua conexión entre Asia y América. Las islas albergan cerca de 40 volcanes, algunos activos. Abarcan cientos de millas de paisaje agreste, fauna salvaje y formaciones volcánicas por explorar. Son habitadas por los aleutas desde la segunda Era de Hielo. “Alaska” proviene de “alaxsxaq”,  que significa en aleutiano "la tierra hacia la que se dirige la acción del mar".
Entre bosques tupidos, la ciudad de Fairbanks te recibe en verano con calor y sus 20 horas de luz solar debido al fenómeno del sol de medianoche. En cambio, durante el invierno, las auroras boreales cubren el cielo iluminando las carreras de trineos con perros.
El Denali Highway te distrae, entre terrenos de grava, con increíbles paisajes. Pareciera que el nombre es sinónimo de éxito. El Parque Nacional Denali es el más visitado de Alaska a causa de las espectaculares vistas del Monte Mckinley que, con sus imponentes 6’194 metros, es el pico más alto de Norteamérica.
Más allá de los durísimos inviernos y los mitos que se ciernen a estas tierras, aquí se puede comulgar con la naturaleza sin necesidad de pasarelas ni rejas. Esquí, rafting, kayak, pesca, trekking y paseos en trineo son algunas de las actividades que puedes realizar por tu cuenta o en alguno de los tantos tours que proveen sus habitantes. Los alces, osos, lobos, focas y lobos marinos parecieran no inmutarse con la presencia humana. Estarán allí y los verás, te lo prometemos.
Alaska es un mundo dentro de un rincón donde encontrarás la sensación de libertad entre glaciares, fiordos, bosques tan espesos como deshabitados y paisajes que te quitan el aliento pero te devuelven la vida y la fe en los cuentos de hadas. Alaska no serán unas simples vacaciones y las ganas de volver quedarán por años dentro de tu ser.

Otras notas sobre
Alaska
Comentá esta nota en Facebook
Envianos un comentario sobre esta nota
Demuestre que no es un robot!